domingo 17 de marzo de 2024
Cara y Cruz

Dos en un mes

Todavía falta que los peritos terminen su análisis, pero el vuelco del colectivo en la rotonda de la avenida...

Todavía falta que los peritos terminen su análisis, pero el vuelco del colectivo en la rotonda de la avenida Juan Chelemín ubicada al frente del Mercado de Abasto repuso las dudas sobre las condiciones en que trabajan los choferes y los controles que el Estado, a través del Ministerio de Integración Regional, Logística y Transporte a cargo de Raúl Chico, debe hacer al respecto. Son las mismas que surgieron hace menos de un mes, cuando un colectivero de la empresa 25 de Agosto se durmió al volante y chocó contra automóviles que estaban estacionados en una avenida de la zona sur.

Aquel episodio se produjo un sábado a la mañana temprano, la calle estaba desierta y el colectivo venía con una sola pasajera, de modo que solo hubo que lamentar daños materiales. En el de ayer, el ómnibus venía desde Andalgalá hacia la Terminal capitalina, con pasajeros que había levantado en Saujil y Pajonal: 35 personas en total, colectivero incluido, que fueron hospitalizadas de inmediato. Sufrieron lesiones leves y solo 9 de los pasajeros, un niño entre ellos, quedaron internados en los hospitales San Juan Bautista y de Niños Eva Perón, sin riesgo de vida.

Fue lo que se dice una desgracia con suerte, pero reavivó preocupaciones lógicas. ¿Hasta dónde es sensato seguir confiando en la buena fortuna?

El vuelco expuso, adicionalmente, que la rotonda es demasiado estrecha para ordenar el volumen de circulación de la zona. Al parecer el colectivo venía a velocidad excesiva.

Ya que la suerte juega rol tan importante, tal sería sensato preguntarse si ayer no mandó un piadoso mensaje de advertencia. Como si confesara que no es prudente atenerse demasiado a ella y que convendría apresurar al menos algunas de las medidas que se prometieron tras el choque anterior. O se atajara para que no le echen la culpa si en el futuro ocurren accidentes con consecuencias menos anecdóticas y más dolorosas, porque las alarmadas manifestaciones de la Unión Tranviarios Automotor y las réplicas de Chico luego del episodio del dormido dieron pronto paso al silencio y no se supo más nada.

Casualmente o no, el colectivo de media distancia de ayer también pertenece a la 25 de Agosto.

Luego del primer accidente Juan Vergara, titular de la UTA, aseveró que el gremio había elevado más de un planteo a la Secretaría de Transporte por la falta de descanso de los choferes.

“Sabemos que hay muchos recargos. Lo hablamos con los empresarios porque los choferes hacen la denuncia ante el gremio”, dijo.

Reveló que habían hecho presentaciones ante el Ministerio de Transporte y que el ministro Chico se había comprometido a hacer los controles.

Chico, por su parte, desmintió que se hubieran formalizado pedidos, anticipó que el área de Asuntos Jurídicos de su cartera investigaría qué había ocurrido y que rediseñaría todo el sistema de transporte.

Lo más interesante fue que confesó tener “versiones de que habría casos en los que alguna empresa, que aparte de tener un servicio urbano también tiene un servicio de larga distancia, utiliza a los mismos choferes”.

Se anunció una reunión entre funcionarios, empresarios y remarcó el gremialista, quien anunció una reunión para este viernes entre funcionarios, empresarios con la participación de la Comisión Nacional Reguladora de Transporte (CNRT), para que haya un trabajo de control conjunto.

De todos estos anuncios y promesas no hubo ninguna novedad. Tal vez se estén cumpliendo en secreto, no hay que pensar mal.

Pero es el segundo accidente que protagoniza la misma empresa transportista en el lapso de un mes, con más integridades físicas expuestas. Como mínimo, habría que averiguar si no pasa algo fuera de los protocolos.

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