jueves 21 de marzo de 2024
Cara y Cruz

¿Dónde está la plata?

La pacificación social se alcanzará cuando los actores de la Justicia Federal consigan restaurar su mellada credibilidad.

En el marco de las estafas financieras, la paz social está alterada en Catamarca debido a que las víctimas no advierten que la Justicia Federal haya tomado recaudos para evitar que los encartados se desprendan de los bienes malhabidos con los que deberían solventarse los eventuales resarcimientos.

El traslado de Edgar Adhemar Bacchiani desde las celdas de la Policía Federal a su domicilio particular para determinar si en efecto tiene en sus cuentas los fondos que asegura fue habilitado con propósito pacificador acaso sincero, pero puso en evidencia estas elementales omisiones precautorias. La medida está destinada a un lugar preferencial en los anales de lo insólito: un sujeto investigado por estafa, lavado de activos, intermediación financiera irregular y asociación ilícita, chantajea a la Justicia con las mismas promesas de saldar sus deudas que viene empleando en el bicicleteo a sus clientes desde principios de año.

Se incorpora, sin embargo, a un expediente caracterizado por la heterodoxia jurídica, que recién se aceleró cuando la fiscal de Delitos Complejos de Córdoba, Valeria Rissi, solicitó la detención del “trader” y su línea gerencial y el allanamiento de “Adhemar Capital” y el domicilio donde ahora se le permite a su titular hacer “home office”.

El vertiginoso ritmo que Rissi imprimió a los procedimientos en Córdoba expuso las defecciones locales, con la extraordinaria casualidad final del pedido de detención simultáneo, que precipitó la reacción no ya de Rissi, sino de toda la corporación judicial cordobesa. Nada menos que el presidente del Superior Tribunal de Justicia de esa provincia, Sebastián López Peña, elevó la queja al presidente de la Suprema Corte de Justicia y el Consejo de la Magistratura, Horacio Rosatti, por supuestas maniobras desplegadas por el fuero federal catamarqueño para obstaculizar el proceso contra Bacchiani.

Horas después, el juez federal de Santiago del Estero Sebastián Argibay, informó al Procurador General de la Nación que el Ministerio Público Fiscal Federal de Catamarca le negó acceso a los expedientes de “RT Inversiones”, del que quedó a cargo por la inhibición del catamarqueño Miguel Contreras.

La pacificación social se alcanzará cuando los actores de la Justicia Federal consigan restaurar su mellada credibilidad La pacificación social se alcanzará cuando los actores de la Justicia Federal consigan restaurar su mellada credibilidad

Son todos estos extraños incidentes los que atentan contra la paz social al exhibir la defección judicial catamarqueña, que dejó a la sociedad a expensas de los estafadores. Revertir esa sensación demanda enderezar los expedientes más allá de Bacchiani: la paz social requiere que la Justicia Federal restaure su credibilidad.

Argibay se hizo de la causa contra RT en cuanto informó a la Procuración General que se la retaceaban. Menos de dos semanas después, todos los responsables de la firma están detenidos y fueron indagados con un giro contundente, sorpresivo, cinematográfico: una de las encartadas involucró al ex gerente general del Banco de Catamarca Miguel de la Orden, que le vendió RT a Bulacios, en las maniobras fraudulentas.

Bacchiani navegando en internet, con prisión domiciliaria de hecho, mientras su abogado promete programas de devolución como si de una causa comercial se tratara.

¿Y el resto de los que están bajo investigación de los federales locales? Cristian Rojo, Alejandro Serra, los poceros…

El fuero provincial, mientras tanto, se deshace de las denuncias por estafa como si fueran brasas. En esas denuncias se solicita lo que los federales deberían haber procurado desde un principio: intervención judicial de las firmas, allanamientos a toda la cadena de socios y relaciones, inmediata incautación de los bienes de los sospechosos para evitar que se insolventen de modo fraudulento.

La paz social está alterada por una razón muy sencilla. Nadie puede responderle a los damnificados la única pregunta que les interesa: ¿dónde está la plata?

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