martes 18 de noviembre de 2025
Datos para el verano

Cuidados esenciales para la piel frente a grande exposiciones

La exposición al sol es uno de los principales factores que afectan la salud de nuestra piel, es importante protegerla.

Si bien el sol tiene beneficios como la producción de vitamina D, la exposición excesiva puede generar graves daños.

Hay grupos que potencialmente pueden resultar más afectados: las mujeres embarazadas; los bebés y niños pequeños; las personas mayores de 65 años; y quienes padecen enfermedades crónicas.

Es fundamental tener en cuenta algunos cuidados para proteger nuestra piel y evitar consecuencias a largo plazo.

Uso del protector solar: el protector solar es la herramienta más efectiva para proteger nuestra piel de los efectos dañinos del sol. Se recomienda utilizar un protector con un factor de protección solar (FPS) de al menos 30, aplicarlo generosamente 30 minutos antes de la exposición y reaplicarlo cada 2 horas, especialmente si estamos sudando o después de nadar.

Evitar la exposición prolongada: es importante no exponerse al sol durante las horas de mayor intensidad, entre las 10 a.m. y las 4 p.m. Durante este tiempo, los rayos solares son más fuertes y el riesgo de daño aumenta considerablemente.

Ropa protectora y lentes de sol: además del protector solar, usar ropa ligera pero de color oscuro, sombreros de ala ancha y gafas de sol con protección UV son medidas adicionales que ayudan a minimizar la exposición directa a los rayos solares.

Hidratación constante: el sol no solo deshidrata la piel, sino que también puede generar una mayor pérdida de agua del cuerpo. Mantener una buena hidratación, tanto interna como externa, es clave para prevenir la sequedad y otros daños relacionados con el sol.

No cuidar nuestra piel frente al sol puede tener graves consecuencias.

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Envejecimiento prematuro: la exposición constante al sol sin protección acelera la aparición de arrugas, manchas y flacidez. Esto se debe a que los rayos UV dañan el colágeno y la elastina de la piel, que son responsables de mantenerla firme y flexible.

Quemaduras solares: las quemaduras solares son una manifestación inmediata de los daños del sol. La piel se enrojecerá, inflamarán las áreas expuestas y puede llegar a producir ampollas. Las quemaduras solares repetidas aumentan el riesgo de cáncer de piel a largo plazo.

Cáncer de piel: la exposición crónica al sol, especialmente sin protección, es uno de los factores principales en el desarrollo de cáncer de piel, como el melanoma, el carcinoma basocelular y el carcinoma espinocelular. La acumulación de daño en el ADN de las células de la piel puede generar mutaciones que provocan estos tipos de cáncer.

Deshidratación y daño celular: el sol deshidrata la piel, provocando que se reseque, se descame y se vuelva más susceptible a infecciones y envejecimiento prematuro. Además, el daño celular provocado por los rayos UV puede afectar el equilibrio natural de la piel, alterando su función barrera.

"Me gustaría aclarar que el cuidado de la piel frente al sol es esencial para mantener una piel sana, evitar el envejecimiento prematuro y prevenir enfermedades graves como el cáncer de piel. Tomar precauciones básicas como el uso de protector solar, evitar la exposición excesiva y mantener la piel hidratada puede marcar la diferencia entre una piel saludable y una dañada a largo plazo", comentó la esteticista Romina Reynoso.

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