Es un error atribuir la crisis de la UCR a los egos desenfrenados de sus dirigentes. Si se profundiza, se advertirá que la pelea que protagonizan es, por el contrario, una humillante confesión de impotencia.
Es un error atribuir la crisis de la UCR a los egos desenfrenados de sus dirigentes. Si se profundiza, se advertirá que la pelea que protagonizan es, por el contrario, una humillante confesión de impotencia.
La lista de unidad no se alcanza porque todos pretenden ser reelectos y ninguno se allana a desistir de ocupar un casillero expectante en la lista de candidatos a la Cámara de Diputados provincial.
El detalle revelador es que ninguno acepta ir por debajo del puesto tres: tal es la magra cosecha que los radicales esperan obtener en octubre, a eso ha quedado reducida la vocación de poder del partido que gobernó Catamarca durante dos décadas. La ambición del radicalismo no supera el horizonte de una dieta parlamentaria, nadie se siente en condiciones de hacer política si no tiene una banca.
El problema se agrava porque, en teoría, la lista de candidatos radicales tendría luego que ser combinada con las aspiraciones de los eventuales aliados, con los consiguientes desplazamientos hacia atrás.
¿Cómo puede la UCR postularse como eje de una alianza alternativa al Gobierno con ambiciones tan mediocres? ¿Qué entusiasmo pueden trasmitir estos referentes?
Los sectores de Francisco Monti y Tiago Puente desertaron ya decididamente jugados a prosperar dentro de La Libertad Avanza. El sector del senador nacional Flavio Fama quedó encerrado en el redil boinablanca y plantó una lista para competir contra la que encabeza el diputado provincial Luis Fadel, luego de que su diputada, Silvana Carrizo, fuera desairada con la oferta de una candidatura marginal.
Alfredo Marchioli desistió de ir en un tercer puesto en la lista de Fadel y puso a un joven de su sector, Agustín Marchetti.
Por la candidatura a diputado nacional competirían el concejal Fernando Navarro, por la lista de Fadel, y el exdiputado provincial Juan Pablo Millán, que vuelve al ruedo de la mano de Fama.
Fadel se las ha arreglado para componer una alianza mayoritaria adentro, con el brizuelismo residual, el sector del exintendente chacarero Gustavo Roque Jalile y la línea MORADA de la exdiputada Juana Fernández, entre otros. Desde ahí presiona para que Fama baje su oferta y se vuelva a barajar.
Pero la interna tendría que hacerse este domingo, en apenas cuatro días. Demanda unos 35 millones de pesos que no aparecen por ningún lado y una logística compleja que incluye la participación de la Justicia. De ahí quedarían solo cuatro días para pactar una alianza y presentarla en la Justicia Electoral y por delante diez días para presentar candidatos, con el riesgo que alguno de los surgidos de la estrafalaria interna exprés se sienta postergado y judicialice sus aspiraciones.
En la cornisa del papelón partidario, todavía laten posibilidades de acuerdo, pero mientras tanto la UCR acelera hacia lo que podría implicar su lisa y llana extinción.
El ombliguismo la aparta de la dinámica política y la expone al aislamiento. Otros sectores tratan de armar una coalición para terciar en la polarización que instala La Libertad Avanza, entre ellos algunos que aún se referencian en el radicalismo pero no quieren ser fagocitados por disputas intestinas que coquetean con la eutanasia.
¿Qué pasaría si el radicalismo tiene que competir solo? ¿Suponen que el sello de la UCR mantiene tracción suficiente como para eso?
La única marca que mide vacía de referentes es La Libertad Avanza. No vaya a ser que de tanto pelearse por las reelecciones, los radicales catamarqueños se queden sin nada.