miércoles 29 de octubre de 2025
Colección SADE - Bibliografía catamarqueña

"Confusión en el laberinto y otros microrrelatos", de Rosa Beatriz Valdez

Por Esperanza Acuña.

En la obra que nos ocupa, Confusión en el laberinto y otros microrrelatos, de la escritora Rosa Beatriz Valdez, encontramos una serie de cuentos cortos y microrrelatos atractivos e intrigantes que nos remiten -algunos de ellos- a hechos, mitos y leyendas de la antigua Grecia. La autora demuestra poseer un excelente dominio sobre la mitología griega. Prueba de ello lo es principalmente el título de la obra que analizamos “Confusión en el laberinto y otros microrrelatos” y algunos otros textos presentes en la obra, como El sueño de Ícaro, entre otros.

Estructuralmente, el libro contiene tres dedicatorias, un prólogo a modo de Palabras Iniciales, un epígrafe que habla sobre la naturaleza del cuento de Ana María Matute, un Índice y 64 microrrelatos, todos ellos intitulados y con una dedicatoria, más algunos epígrafes en relación con el texto. La edición y publicación es de la Colección Narrativa breve, Editorial La aguja de Buffon, de Tucumán.

Expresa Ana María Mopty, prologuista del libro de Beatriz, que su tarea es fecunda en variedad de relatos y original en el desarrollo de sus historias que siempre resultan novedosas y de final inesperado.

Leamos, a modo de ejemplo: “SIEMPRE QUISO SER LIBRE como los pájaros. Aquella noche soñó que nacían de sus hombros enormes alas iridiscentes. Luego subía a lo alto del acantilado y se lanzaba al vacío. El viento lo mecía en suave vaivén y a ratos era arrastrado por alocados torbellinos. Cuando despertó, Ícaro supo que había inventado el parapente”.

Podemos definir los microrrelatos como narraciones cuyas características principales son la extrema brevedad, la concisión en el lenguaje, la presencia de un giro o sorpresa al final, la necesidad de que el lector complete la información, la condensación de personajes y escenarios y, una condición muy importante, la intertextualidad. Se caracterizan además por su rigor emocional, la ambigüedad que permite múltiples interpretaciones y una estructura simple que tiende a contar una historia completa, aunque mínimamente escrita. Se escriben con tiempos verbales específicos y marcas temporales que indican una transformación. De este modo, el texto puede confundir al lector, ya que cada palabra pesa de manera significativa en un juego escritural que se debe descifrar para comprender. Leamos: “LA FAROLERA TROPEZÓ Y en la calle se cayó…” ¿quién tuvo la culpa? ¿Los trabajadores de Obras Sanitarias que dejaron una zanja sin señalizar o el Señor Intendente que no hace arreglar las veredas?

Una gran parte de los relatos se origina a partir de otro texto consagrado y como lectores nos encontramos en la tarea de leerlos desde otra mirada que renueve e ilumine otras interpretaciones, según lo expresa Mopty. Veamos: “VOY A PERDER LA cabeza por tu amor” -dijo en un susurro la noble dama, plagiando a Julio Iglesias. En ese preciso instante, el verdugo dejó caer la cuchilla de la guillotina sobre el delicado cuello de María Antonieta. El hecho de que los microrrelatos deban ser cortos y concisos, implica que no hay espacio para palabras innecesarias, por lo que cada palabra debe ser escogida con cuidado y tener un propósito determinado.

Otra de las características de los microrrelatos -como ya lo expresamos- es su extrema brevedad, por lo que en determinadas ocasiones la historia se cuenta en muy pocas líneas y a veces en una sola frase, sin exceder un límite de espacio. RÓMULO Y REMO REMAN por el Rhin porque todos los ríos conducen a Roma.

Aunque sean breves, los microrrelatos conservan la estructura de los cuentos, es decir que hay un inicio, un nudo y un desenlace, aunque todo ello se dé en forma muy condensada. El foco se coloca en un tema específico que es el que da lugar a tantas interpretaciones como lectores haya.

Para finalizar este breve análisis de la obra de Beatriz Valdez, escogí este microrrelato que comparto con ustedes: AL CAER LA TARDE, recostado en su poltrona, el conde lee con fruición un libro. - ¡Qué suculento relato! – exclama. -Truculento, querrá decir -le corrige su asistente. - ¡No, suculento! - repite y se da un festín con cada página de “Las venas abiertas de América Latina”.

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