martes 26 de marzo de 2024
Justicia

Condena de 12 años y seis meses por un abuso sexual intrafamiliar en el interior

El veredicto se resolvió por unanimidad. La pena coincidió con el planteo efectuado por el fiscal de Cámara.

Un hombre de alrededor de 40 años llegó a la Cámara de Sentencia en lo Criminal de Segunda Nominación por sus propios medios y con una pesada imputación sobre sus hombros: “abuso sexual con acceso carnal doblemente agravado por el vínculo y convivencia en forma continua y en grado de autor”. El debate había comenzado el lunes y finalizó ayer, con la comparecencia del último testigo y los alegatos. En la primera jornada, el imputado había optado por el silencio.

El Tribunal estuvo integrado por los jueces Silvio Martoccia, Luis Guillamondegui y Rodrigo Morabito. El Ministerio Público Fiscal fue representado por el fiscal Ezequiel Walther. La defensa fue ejercida por el abogado del foro local Jorge De la Fuente.

Por tratarse de un delito de instancia privada, el debate se desarrolló a puertas cerradas. En este sentido, a fin de resguardar a la víctima, no se identifica al victimario. Fuentes consultadas por El Ancasti indicaron que las agresiones sexuales sucedieron entre 2017 y 2018, en el ámbito intrafamiliar, en el interior catamarqueño. La denunciante, por entonces una adolescente, había podido contar el calvario que sufrió a unas docentes de la escuela donde asistía en 2019. Desde la institución educativa se impulsó la denuncia. El acusado estuvo detenido con prisión preventiva. Sin embargo, por el vencimiento de los plazos, había recuperado la libertad.

El debate comenzó el lunes último, con la declaración de cuatro testigos. En la última jornada, se presentó el último testigo y luego se continuó con la instancia de los alegatos.

Según se indicó, el fiscal Walther consideró que el injusto mayor fue la reiteración de los hechos. La adolescente se encontraba en un constante contexto de vulnerabilidad debido a su situación de dependencia moral, sentimental, física y económica del acusado sobre ella. El representante del Ministerio Público Fiscal mantuvo la acusación y solicitó una pena de 12 años y seis meses de prisión y, a la vez, la inmediata detención.

A su turno, la defensa adhirió a los planteos del fiscal de Cámara. Coincidió con el término de la pena y con la inmediata privación de la libertad. Tras un breve cuarto intermedio, apenas pasado el mediodía, el Tribunal dio a conocer el veredicto. Por unanimidad, los magistrados lo hallaron culpable por el delito de “abuso sexual con acceso carnal doblemente agravado por el vínculo y convivencia en forma continua y en grado de autor”. Como consecuencia, se resolvió una condena de 12 años y seis meses de prisión, de acuerdo con lo solicitado por el fiscal de Cámara Ezequiel Walther. De inmediato, fue trasladado al Servicio Penitenciario Provincial de Capayán, para que purgue su condena.

Entorno de impunidad

El abuso sexual es una de las formas de violencia más aberrantes contra niños, niñas y adolescentes. Al respecto, especialistas en esta temática advierten que la familia “puede ser un territorio favorable” para maltratar y abusar de chicos y chicas. Niños, niñas y adolescentes suelen ser silenciados por sus propios agresores mediante distintas estrategias. El agresor sexual –quien en un gran porcentaje suele ser un hombre del círculo familiar o cercano de la víctima- se vale del miedo, la culpa y la manipulación. De esta manera, promueve la impunidad en estos actos de violencia. “Se trata de una órbita de violencia, de la familia como prisión”, se remarcó.

En ocasiones, los integrantes de una familia pueden tener conocimiento sobre una situación de abuso en la misma casa pero prefieren callar. Los profesionales explicaron que la familia es un factor fundamental para que la persona pueda viabilizar su demanda personal y su reclamo de lo que tenga que transitar, señalaron. “Por lo general, el abuso sexual es mayormente intrafamiliar”, advirtieron.

A la vez, se remarcó que la vulnerabilidad en estos casos reside en el hecho de que chicos y chicas, por su inocencia, condición física o sexual no comprenden la criminalidad de los ultrajes, más aún cuando el agresor es padre o un familiar cercano. “Estos agresores se aprovechan del amor y la confianza. Niños, niñas y adolescentes advierten que algo malo está sucediendo; suelen reprimir los recuerdos y tienden a normalizar o tolerar aquellos actos degradantes y tortuosos, quedando atrapados en un círculo de silencios y secretos familiares”, explicaron.

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