El escándalo por el romance entre el ya exjefe de Gabinete bonaerense Martín Insaurralde y la indiscreta modelo e influencer Sofía Clérici es solo otro emergente de la corrupción endémica que trama el ecosistema político del Conurbano.
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El escándalo por el romance entre el ya exjefe de Gabinete bonaerense Martín Insaurralde y la indiscreta modelo e influencer Sofía Clérici es solo otro emergente de la corrupción endémica que trama el ecosistema político del Conurbano.
La obscena exhibición de riqueza mal habida encadena los lujos que solventó el personaje en Marbella con los 20 millones de dólares que le pagó por el divorcio a su exesposa, Jésica Cirio, en una trama que mixtura fascinantes historias de alcoba, otras mujeres portentosas y de gustos caros, fraudes al erario y operaciones políticas.
Conviene introducir un detalle: el oneroso sistema de saqueo que sostiene semejante tren de vida se financia en gran medida con los multimillonarios recursos que la Casa Rosada gira a la región con el pretexto de la pobreza concentrada en ella. Recursos que se retacean a otros distritos, hay que añadir: los perjuicios que ocasionan las tropelías de los Insaurralde desbocados trascienden la peripecia bonaerense para proyectarse al país.
Una arista llamativa es la desaprensión con que se manejó, que puede ser indicio tanto de impunidad sostenida como de lisa y llana estupidez. A Insaurralde lo pescaron –en más de un sentido-, hay otros igual o peores entre esa fauna de depredadores, pero el caso se erige en emblemático y adquiere mayor resonancia por las características del sujeto.
En primer lugar está su estrecho vínculo con el diputado Máximo Kirchner, a quien orientó en el complejo y escabroso mundo de los barones del Conurbano. Fue el candidato de diputado nacional del kirchnerismo que perdió en 2013 con Sergio Massa.
Máximo y Cristina lo relevaron de sus funciones como intendente de Lomas de Zamora para imponérselo como jefe de Gabinete a Axel Kicillof tras la derrota en las primarias de 2021. Para acatar la designación de ese interventor de La Cámpora en su gestión, el obediente Kicillof tuvo que deponer a Carlos Bianco, un hombre de su máxima confianza.
Insaurralde renunció al cargo y también a la candidatura como concejal de Lomas de Zamora por su naufragio mediterráneo. En un momento circuló la versión de que Bianco volvería a la Jefatura de Gabinete de la Provincia de Buenos Aires, pero Kicillof la disolvería. Tal vez los Kirchner interpreten como un agravio la reposición de Bianco cuya destitución instigaron, más aún considerando que Máximo pretendía que Insaurralde fuera el candidato a vicegobernador de Kicillof.
La condensación de podredumbre del episodio se perfecciona al añadirle la situación de Lomas de Zamora. Al renunciar Insaurralde como candidato a concejal, queda en primer término de la lista la intendenta interina Marina Lesci, que lo suplantó al mudarse a la Jefatura de Gabinete. Lesci, se informó entre los enredos de la saga del yate, subsidió con $13 millones al club social y deportivo Defensores de Banfield, del que fue presidenta. El actual presidente, receptor de los subsidios, es Mario Lesci, casualmente su progenitor.
$13 millones es, de cualquier forma, una bicoca al lado de los 20 millones de dólares que le costó a Insaurralde divorciarse de Cirio o los 11.000 euros diarios que cuesta alquiler el yate lujo “Bandido” en el que se refocilaba con Clérici.
Se mete en la historia la sombra de Julio “Chocolate” Rigaud, atrapado mientras extraía con tarjetas de débito los sueldos de medio centenar de agentes de la Cámara de Diputados de Buenos Aires. Otro bárbaro este “Chocolate”, no se sabe si por sensación de impunidad o torpeza.
El presidente de la Cámara de Diputados bonaerense es Federico Otermín, que es el candidato a intendente de Lomas de Zamora. Es decir: el aspirante a suceder al propio Insaurralde, es el responsable político de las andanzas de “Chocolate”.
Insaurralde, Clérici y sus colegas, vacaciones mediterráneas de lujo, desquicio administrativo en la Legislatura. Emergentes, puntas de iceberg, contrastes brutales con la pauperización. ¿Cuánto le cuesta al país la bulímica corrupción del sistema político bonaerense?