En la visita del presidente de la Cámara de Diputados de la Nación Martín Menem, la terminal libertaria catamarqueña que comandan los titulares de la ANSES regional y provincial, Miryam Juárez y Pablo Agüero, y los diputados Adrián Brizuela y Federico Lencina, se afirmó en una línea de acción política clásica: alambrar la franquicia obtenida expulsando a cualquiera que pueda representar una competencia.
No puede decirse que haya llamado la atención debido a que la interna local viene manifestándose desde hace tiempo, pero en el acto que encabezó Menem estuvo ausente nada menos que el candidato a gobernador en el debut electoral de la fuerza, José Jalil Colomé, y su aliado, el diputado Fernando Baigorrí, que se escindió del bloque en la Cámara baja.
“Como presidente del partido tengo la responsabilidad de unir a las fuerzas libertarias, pero vamos a ser siempre tajantes con los que nos pegan tratando de dividir”, dijo el diputado Lencina, sentado a la diestra de Menem.
Ante una pregunta sobre la ausencia del sector de Jalil Colomé, dijo que “tienen mucho que ver con el oficialismo provincial porque nos ven creciendo”.
“Los que no se encuentran aquí es porque algo habrán hecho mal”, agregó.
El objetivo del desembarco de Menem, que vino sin Karina Milei, fue para los “karimenemistas” provinciales dejar en claro que son los propietarios exclusivos del sello y por lo tanto quienes deciden quién se suma.
Debe admitirse que esta conducta facciosa no es nueva. La primera vez que emergió fue en la visita para la procesión de abril de la Virgen del Valle de Francisco Sánchez, que por ese entonces se desempeñaba como secretario de Culto de la Nación. La participación de Sánchez en la ceremonia religiosa quedó en la memoria porque el obispo Luis Urbanc le obsequió una imagen de la Morena en cuyo manto estaba bordada la imagen de Milei abrazándose con el Papa, pero ya ahí el “karimenemismo” mostró las uñas y dejó afuera de las reuniones al sector de Jalil Colomé.
Por supuesto, la propiedad formal del sello libertario les corresponde a los “karimenemistas” y eso les da margen para ejercer su criterio selectivo, pero el interrogante pasa por el impacto que este posicionamiento expulsivo tendrá en las elecciones del año próximo, en las que no estará la figura de Javier Milei a la cabeza de la boleta para traccionar los candidatos provinciales. La imagen que se proyecta es de una fractura cada vez más ilevantable. ¿Habrá dos o más opciones libertarias en el cuarto oscuro?
La lógica indica que el esfuerzo político tendría que dirigirse a afianzar la consistencia del espacio en la Provincia para incrementar su fuerza institucional, pero en lugar de eso se da un proceso de división.
El “karimenemismo” busca capturar sectores del radicalismo entre los que se destaca el acaudillado por el diputado provincial Tiago Puente, quien viene promoviendo una alianza desde antes de las elecciones del año pasado, en las que consiguió su reelección en las listas de Juntos por el Cambio.
Las denigrantes manifestaciones que Javier Milei dedica a los boinablancas dificultan esa tarea. Habría que ver cuánto de la UCR podría arrastrar Puente, o cualquiera, de persistir el Presidente en expresiones como las que vertió ayer en Córdoba, en la que planteó la hipótesis de que la caída de Fernando de la Rúa se debió a un golpe de Estado en el que complicó nada menos que al ex presidente Raúl Alfonsín.
“Lo muestran como el padre de la democracia, pero fue partidario de un golpe de Estado”, dijo sin el menor empacho.
La operación de los “karimenemistas” es funcional a los intereses del oficialismo provincial, que ni siquiera debe aplicar los métodos de Milei para fragmentar a sus antagonistas, con al agregado de que los radicales buscarán el año que viene la revancha. No vaya a ser que los expulsados de hoy se revelen indispensables mañana. Hasta el pelo más delgao, dice el Martín Fierro, hace su sombra en el suelo.