Los votos de la diputada Cecilia Guerrero y el senador Oscar Vera que determinaron la absolución del fiscal Laureano Palacios en el Jury abrieron una áspera discusión en el peronismo, que se ve inesperadamente enfrentado a la necesidad de despegar de una decisión que es absurda desde el punto de vista político, porque no se ajusta a ninguna lógica estratégica razonable.
La profundidad del daño producido por los dos legisladores al oficialismo es enorme y echó por tierra todo lo que se había hecho para no dejar al Gobierno enchastrado en el controvertido inicio de la investigación del crimen del ministro Juan Carlos Rojas. Algún indicio de su potencial evolución surgirá de la marcha convocada para hoy. Las manifestaciones habían empezado a perder fuerza, pero el resultado del Jury les dará nuevos bríos y su impacto crítico recaerá completo sobre el cuero del Gobierno, que había conseguido apartarse de la línea de fuego.
A Vera nadie le pidió explicaciones en el Senado. Sí a Guerrero, presidenta de la Cámara baja, quien argumentó ante los miembros del bloque del Frente de Todos que la acusación del fiscal Miguel Mauvecín contra Palacios fue endeble y no le dio elementos jurídicos suficientes para sustentar una condena sin vulnerar las normas del debido proceso.
Sin embargo, el Jury es un tribunal político y la representación de Guerrero allí reviste ese carácter. Su voto, de tal modo, debería ajustarse a la posición de su sector político, pero el caso es que no advirtió al bloque las reservas que tenía sobre la acusación y el alegato de Mauvecín y tomo la decisión unilateralmente.
Que ni una sola voz oficialista haya salido a justificar la absolución de Palacios marca que se trató de un voto contra natura, aislado, pero la escalada de las críticas hará necesarios gestos más enérgicos que las tibias manifestaciones de sorpresa y decepción vertidas hasta ahora a título personal por algunos diputados.
La oposición avanzó monolítica y planteó que el peronismo le exija a Guerrero que renuncie a la Presidencia de Diputados.
El tema estallará en la sesión prevista para mañana y colocará a la bancada del Frente de Todos ante la alternativa de plegarse a las repulsas de Juntos por el Cambio o defender a su representante en el Jury. Incluso está la posibilidad de que la oposición lleve la arremetida al extremo y plantee excluir a Guerrero del cuerpo.
Algunos piensan que lo más conveniente es no dar quórum, pero voltear la sesión no sería más que diferir el conflicto, sin resolverlo, además de dar pretextos a los opositores para nuevas invectivas.
El problema se reduce a respaldar o no a Guerrero, y la prédica de Juntos por el Cambio prospera en alas de un razonamiento obvio: si la presidenta de la Cámara baja se insubordinó a la línea política del oficialismo en un espacio institucional de la magnitud del Jury, y en una cuestión de la magnitud del asesinato de un ministro del Gobierno, la reacción debería tener volumen similar. De lo contrario, significa que Guerrero no se insubordinó y que fueron los diputados del oficialismo, no ella, los que decidieron proteger a Palacios. Tal es el dilema de los diputados.
En el Senado, mientras tanto, todo es armonía. Oscar Vera no tuvo que tolerar reconvenciones de ningún tipo, y ningún senador se refirió al asunto. Tampoco los dos radicales.
Antes de brincar a la Fiscalía de Instrucción 2, Palacios se desempeñó en el Senado como funcionario. El bloque de diputados oficialistas está dividido, el Gobierno hizo suyos los argumentos de la acusación del fiscal Mauvecín y rechazó la absolución. En el mutismo de la Cámara alta donde varios, entre ellos el propio Vera, quieren ir por su reelección, podría estar cifrado un mensaje. Pero nadie muestra la cara y no es posible aseverar que Vera y Guerrero, experimentados transeúntes de la política, se pronunciaron como librepensadores.
¿Tan importante es Laureano Palacios como para detonar tamaña crisis en el Frente de Todos?