Denuncia y condena para los vetos a la educación y las jubilaciones
Los equipos sociales de las diócesis católicas de Merlo-Moreno y de Quilmes, cada uno por su parte, se pronunciaron contra los vetos al financiamiento de las universidades y a la recomposición de haberes de los jubilados, y denunciaron un “plan sistemático” de empobrecimiento y de represión. Palabras en defensa de la dirigente social Fernanda Miño.
El veto a la ley de financiamiento universitario decidido por el presidente Javier Milei y confirmado por la Cámara de Diputados, sumó también críticas desde la Iglesia Católica a través de declaraciones de equipos de trabajo que entienden en las cuestiones sociales.
“El veto a la ley de financiamiento universitario es, una vez más, otra muestra de que estamos frente a una planificación de la crueldad, la reedición de una transferencia brutal de ingresos a los sectores más concentrados de la economía”, afirmaron a través de un documento los integrantes del Departamento de Pastoral Social, de Justicia y Paz y la Vicaría de Solidaridad de la diócesis católica de Quilmes, cuyo titular es el obispo Carlos Tissera. Por su parte, el Equipo Diocesano de Pastoral Social y Caritas de la diócesis católica de Merlo-Moreno --cuyo obispo es Juan José Chaparro-- expresó su “solidaridad y preocupación con jubilados y comunidad universitaria” repudiando “los vetos impuestos a nuestra sociedad que afectan la calidad de vida de los más débiles; todo en aras del cumplimiento de algunos dogmas económicos como el déficit cero”.
Los católicos quilmeños agregan que “estamos frente a un ‘plan sistemático’ de empobrecimiento de la Patria”, un plan que “solo se puede sostener con una violencia creciente de parte de las fuerzas represivas del Estado”. Y señalan al respecto que “el allanamiento a la casa de la dirigente social Fernanda Miño fue una muestra más de este obsceno despliegue de maldad”.
En consonancia la Pastoral Social de Merlo-Moreno afirma que se trata de “dar los pasos necesarios en el camino que conduce al empobrecimiento de nuestro pueblo, a la concentración de la riqueza y a la realización de un plan de negocios”, añadiendo que “comprobamos que la única política desde arriba orientada hacia los de abajo es la represión” para lo cual “basta con observar lo que le hicieron a una dirigente comprometida y ejemplar como Fernanda Miño”.
En el mismo texto se lee que “esta represión organizada por el Estado” hace que “el pueblo sea cada vez más pasivo, que pierda su calidad de sujeto y termine siendo un mero espectador por la mediación del miedo”. Se recuerda su vez que la doctrina social de la Iglesia “nos enseña que hace a la dignidad de la persona humana tomar parte en la vida pública y contribuir al bien común”.
Los quilmeños agregan que se busca “agotar toda forma de reacción popular” y “pareciera que se vuelven inútiles toda denuncia, movilización, repudio o acción contestaría” porque “quieren imponer el miedo para que nadie diga nada cuando nos van despojando de todo”.
En el mismo documento, titulado “La vergüenza de un nuevo veto”, se expresa que “dando la espalda a las políticas de derechos humanos quieren reimplantar el terror y el poder de la fuerza”, a pesar de lo cual señalan, “es imposible acallar la reacción de nuestro pueblo”. Se pone como ejemplo, entre otras, las protestas en defensa de la universidad pública, la de jubiladas y jubilados, la de los trabajadores (“cada vez menos representados por cúpulas que negocian a espaldas de sus representandos”) y las de las organizaciones sociales, entendidas todas como una “respuesta de vida” que “nos llena de fuerza”.
Desde la diócesis de Merlo-Moreno hay también palabras muy críticas hacia la dirigencia. “Nos avergüenzan tantos representantes del Pueblo que traicionan principios enunciados y se venden por treinta monedas”, dicen. Y agregan que “nos irritan algunos dirigentes partidarios, sindicales, religiosos, etc. que se callan ante tanta violencia, tanto odio, tanta subasta de nuestra Soberanía”.
Señalan además que “nos entristecen las negociaciones a puertas cerradas entre gobernantes y dirigentes” que generan “descrédito” provocando que “no queda comunión alguna entre representantes y representados” y que la democracia quede “reducida a puros procedimientos de negociación y de dádivas”.
Caritas y la Pastoral Social de Quilmes advierten que “al grito de ‘déficit cero’ y ‘no hay plata’” quienes gobiernan “parecen gerentes de un poder insaciable que sólo busca cerrar negocios a costa del empobrecimiento de nuestro pueblo” y reiteran que “nos entristece ver a legisladores sostener discursos que no validan en sus votaciones”.
“Es tiempo para indignarnos al encontrarnos con tanta necesidad padecida por nuestro Pueblo. Es tiempo para la compasión y la solidaridad al comprobar tanta dignidad mancillada. Es tiempo de protestar y de proponer inspirados en los valores del Reino de Dios” se lee en el documento de de la iglesia de Merlo-Moreno. “Los que creemos en Cristo no perdemos la esperanza” afirman. Y sus colegas de Quilmes sostienen que “la fuerza de la esperanza es mayor, porque es la fuerza de los humildes”. Se recuerda al mismo tiempo recientes palabras del papa Francisco a los movimientos sociales cuando sostuvo que “si el pueblo pobre no se resigna, si el pueblo pobre se organiza, si persevera en la construcción comunitaria cotidiana y a la vez lucha contra las estructuras de injusticia social, más tarde o más temprano las cosas cambiarán para bien”.
El documento de la diócesis de Quilmes termina expresando el compromiso de “seguir andando la historia del lado de las víctimas, de lado de las y los pobres, de lado de los derechos humanos, del lado de las y los trabajadores, caminando ecuménicamente con todas las personas de buena voluntad que queremos una Patria justa, libre y soberana. No una colonia.”