Tras conocerse que una empresa local adquirió la imprenta flexográfica ENCATA, hay incertidumbre por parte de los últimos trabajadores que resistieron al cierre. Hasta ahora no se conoce cuál será el proyecto económico de los nuevos dueños y si absorberán a los ex trabajadores que hasta hoy están desocupados y viven de "changas", tal como lo definió Roque Vilches, un ex operario.
En el remate público, que finalmente se realizó el pasado miércoles en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), los empresarios Rolando y Pablo Avilés, propietarios de la empresa Del Parque SA en Catamarca –dedicada a la venta de autos Toyota- y Burdeos de La Rioja, concesionaria de Peugeot, ganaron la subasta.
En declaraciones a Radio Valle Viejo, Vilches recordó los esfuerzos que realizaron para tratar de poner en marcha la fábrica y lamentó que se hubiera perdido esa oportunidad.
La fábrica cerró en 2008. En 2011, con la presencia de la presidenta Cristina Fernández, se anunció la reapertura en el marco de un programa de fábricas recuperadas, pero nunca volvió a funcionar.
En octubre de 2016 la Justicia ordenó su remate público, sobre la totalidad de sus bienes muebles e inmuebles. En esa oportunidad no hubo oferentes y se volvió a poner nueva fecha para el miércoles pasado cuando se realizó.
En su mejor momento, ENCATA tuvo un plantel de 150 trabajadores. Solo unos pocos intentaron formar una cooperativa, pero el proyecto naufragó. Los últimos siete se ocuparon de mantener el predio y cuidar el lugar hasta que les pidieron que se retiraran y la fábrica quedó en el abandono.
Vilches expresó su malestar con el Gobierno al manifestar que hubo abandono para los ex trabajadores. El operario señaló que la cooperativa no se pudo integrar porque hubo intereses por parte del Gobierno que jugaron en contra. Incluso recordó que el ex ministro de Producción Ángel Mercado los trató como "cabecitas negras". "Nos dijo que lo nuestro era apretar botones, pero nosotros demostramos que teníamos casi todo listo, no teníamos techo pero nos decían que si no estábamos con ellos no iba a funcionar. Nos confiamos en ellos y así terminamos", recordó.
Vilches contó que varios de los ex trabajadores consiguieron reubicarse laboralmente, pero el grupo de siete que cuidó la fábrica hasta hace poco tiempo vive de changas. "Los que quedamos colgados somos los que hicimos patria hasta los últimos días. Los últimos siete teníamos esperanza de que se recupere; nos decían que ya laburábamos", relató y recordó a sus ex compañeros, a los que calificó como héroes.