lunes 10 de febrero de 2025
Entrevista

Robledo Puch: "Quiero un arma para meterme un tiro o que me den una inyección letal"

En varios tramos de la entrevista, el famoso asesino de 68 años, lloró. Recordó a sus padres, dijo que Barreda era un hombre maltratado y que es peronista pero odia al kirchnerismo.

Por Redacción El Ancasti

Como a los 19 años -en 1972- Carlos Eduardo Robledo Puch pidió que le dieran un revólver.

Pero esta vez, el asesino que está preso desde hace 48 años por matar a once personas mientras dormían o estaban de espaldas, quiere usar el arma no para asesinar, sino para suicidarse.

“Tengo miedo de morir asfixiado, si me dan a elegir, que me traigan un arma porque preferiría pegarme un tiro en el corazón, como René Favaloro”, dijo desde una oficina de la Unidad Penal Número 26 de Olmos en una charla telefónica que mantuvo en exclusiva con el periodista Alejandro Salamone del sitio web eleditorplatense.com.ar.

No es casual que mencione a Favaloro, según Robledo, el argentino más notable de los últimos 30 años. Hay una casualidad que él mismo encontró: Osvaldo Raffo, el perito que dictaminó que era un psicópata perverso incurable, y al que Robledo odiaba, hizo la autopsia de Favaloro.

En varios tramos de la entrevista, el famoso asesino de 68 años, lloró. Recordó a sus padres, dijo que Barreda era un hombre maltratado y que es peronista pero odia al kirchnerismo.

Hubo otra cosa que pidió con desesperación. Lo dijo cinco veces en menos de una hora. Y ya lo había escrito en una carta que le mandó hace dos años a la por entonces gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal. Suplicó que le den la inyección letal, como a los condenados a muerte en las prisiones de los Estados Unidos. 

“Quiero que me la den como se la dieron a Evita”, dijo.

Cuando Robledo habla de “eliminarse” de un balazo “porque no se sufre”, es como si hablara por el que fue cuando, con su ropa de marca, zapatillas de moda y su belleza angelical, mataba a sus víctimas de uno o dos balazos. Él consideraba, lo dijo en la confesión que figura en el expediente, que los muertos no sufrían si eran asesinados sin darse cuenta.

Es más, declaró que a su amigo Héctor Somoza, su último asesinato antes de caer, el 4 de febrero de 1972, lo mató “para que no sufriera”.

En la foto que publica el medio, cedidas por el Servicio Penitenciario Bonaerense, se lo ve desmejorado, con canas. Y derrumbado.

Las frases más salientes de la entrevista de Robledo, que vuelve a dar una nota después de 12 años, muestran a un hombre acabado. En la anterior, hecha por quien escribe esta nota, tenía una certeza: “Todos los días muero un poco, y sé que voy a morir acá adentro”. Por esos días, en 2008, estaba en la cárcel de Sierra Chica, donde sobrevivió al motín de Semana Santa de 1996, donde sus compañeros mataron a ocho presos, los decapitaron y cocinaron empanadas con sus restos.

Hoy frente al periodista del portal plantense, desgranó su presente: ”A la noche me ahogo por el reflujo, me orino, apenas puedo mantenerme en pie porque mis piernitas no dan más. No estoy pidiendo una reparación por el daño que me han hecho teniéndome injustamente en la cárcel 48 años, me robaron mi vida a los 20, sino que suplico me apliquen una inyección letal como hicieron con Eva Perón cuando no daba más del dolor... ¿usted sabe eso? Pocos lo saben, a Evita no la dejaron sufrir más, le aplicaron una inyección de mucha morfina para que deje de sufrir y yo quiero lo mismo porque no me van a dar un arma para que me pegue un tiro en el corazón como hizo Favaloro, así no se sufre nada”.

 

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