Este acuerdo preliminar es el que debe ser aprobado hoy a más tardar por los diputados griegos para que los ministros de Finanzas de la unión monetaria, o Eurogrupo, empiecen a negociar los detalles del texto final del tercer programa de ayuda financiera de la Unión Europea (UE) a Grecia en cinco años.
El viernes pasado, cuando el Parlamento griego tuvo que aprobar la última propuesta del gobierno de Tsipras a los acreedores europeos, el premier heleno perdió el apoyo de 17 diputados de la bancada de Syriza que rechazaron el texto por considerar que era muy similar al ajuste rechazado en el referéndum.
Hoy la oposición dentro de su coalición y entre su base electoral es mucho mayor.
Horas antes de que comenzara el debate parlamentario, la viceministra de Finanzas, Nadia Valavani, y el secretario general del ministerio de Economía, Manos Manousakis renunciaron a sus cargos, mientras que la presidenta del Parlamento, Zoe Konstantopoulou, dio un paso a un lado y se negó a encabezar la sesión.
Como si esto no fuera suficiente para instalar un clima de tensión entre el oficialismo, el ministro de Reconstrucción Productiva, Planificación y Energía, Panagiotis Lafazanis, y el parlamentario y economista Kostas Lapavitsas, y, una vez más, el diputado y ex ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, hicieron público su desacuerdo y su repudio al nuevo ajuste impulsado por Alemania y aceptado por Tsipras.
Además, 109 de los 201 integrantes del comité central de Syriza emitieron un duro comunicado, en el que calificaron al acuerdo como "un golpe de Estado", según la agencia de noticias EFE.
Finalmente, los sindicatos de empleados públicos, uno de los sectores sociales que más apoyaron la llegada al poder de Tsipras y Syriza, realizaron hoy el primer paro nacional contra el actual gobierno, una medida que sin embargo, no tuvo una gran adhesión, especialmente en el transporte público.
Al comenzar la jornada, Tsipras se reunió con la bancada de Syriza y les pidió su apoyo, no sólo para que se apruebe el acuerdo con los acreedores europeos -que de todas maneras se convertirá en ley con el voto de la oposición de centro y de derecha-, sino también para que su gobierno mantenga su mayoría parlamentaria y no caiga.
"Soy primer ministro porque tengo un grupo parlamentario que me apoya. Si no tengo su apoyo, será difícil que sea primer ministro al día siguiente", les advirtió Tsipras, según publicaron varios medios locales e internacionales.
Desde que ganó las elecciones en enero pasado con la promesa de terminar con la austeridad y los ajustes impuestos por los acreedores de la UE y el FMI, Tsipras cuenta con una mayoría parlamentaria de 162 diputados en una cámara única de 300.
De ellos, 149 son de Syriza y 16 de Griegos Independientes, una fuerza ultranacionalista de derecha, que ya adelantó que no apoyará el acuerdo, pero sí la continuidad del gobierno.
En el caso de Syriza, se estima que hasta 30 diputados podrían votar en contra del acuerdo y no está claro si estos continuarán apoyando al gobierno de Tsipras.
Prueba de ello es que la Juventud de Syriza fue una de las organizaciones que convocó y lideró la masiva y pacífica protesta que comenzó a congregarse frente al Parlamento, en la simbólica plaza de Syntagma, a la tarde, horas antes de que comenzara el debate legislativo.
Sindicalistas, militantes de izquierda, comunistas, anarquistas y simpatizantes del gobierno se unieron para pedir otra vez un "no" al ajuste. Pero esta vez el "no" no era sólo contra los acreedores externos, con Alemania a la cabeza, sino también contra el gobierno de Tsipras y su decisión de aceptar un nuevo acuerdo.
Justo cuando el debate comenzaba dentro del Parlamento, en la plaza unos pocos manifestantes lanzaron bombas molotov y piedras, a lo que la policía anti montines respondió reprimiendo a toda la multitud con gases lacrimógenos.
En el medio de la confusión, una camioneta de un canal de televisión griego se prendió fuego, dos manifestantes fueron detenidos y varias calles fueron cerradas con improvisadas barricadas, según informó la cadena de noticias Telesur.
Las imágenes del corazón de Atenas hacían recordar las de los días más oscuros de los últimos años, cuando la sociedad griega se levantó contra las duras medidas de austeridad aplicadas por anteriores gobiernos desde 2010, que aumentaron el nivel de desempleo, de pobreza y la deuda externa del país.
Pese a la tensión que reinaba a la noche en las calles, el Parlamento se encaminaba a aprobar el acuerdo preliminar.
De hacerlo, el Eurogrupo analizará mañana jueves en teleconferencia si lo aprobado en Atenas cumple con los requisitos pactados el lunes en Bruselas.
Si la conclusión es positiva, entonces el bloque comenzará a negociar un tercer programa de ayuda financiera, así como una propuesta de la Comisión Europea presentada hoy de conceder un crédito puente de 7.000 millones de euros a Grecia para que cumpla con sus compromisos de deuda más inmediatos con la UE y el FMI.