lunes 17 de noviembre de 2025
Suplemento 30 años: La educación en catamarca

Un sistema que no aprende de sus errores

Por Redacción El Ancasti

El problema educativo en Catamarca fue y sigue siendo la calidad de la enseñanza. Tuvieron que pasar muchos años para que los responsables del área lo reconozcan. Pero tal aceptación no fue resultado de una autocrítica, sino que se hizo cuando no hubo otro remedio que rendirse ante las evidencias de diferentes mediciones nacionales que confirmaron que los alumnos de esta provincia están entre los peores en asignaturas esenciales como Matemática, Lengua y Ciencias Sociales.
Los cambios constantes que ensayaron los diferentes gobiernos nacionales, en las últimas décadas, le fueron quitando autonomía a las provincias, que se convirtieron en simple ejecutoras de todo lo que se resuelve en las reuniones del Consejo Federal de Educación. Así se fue perdiendo el federalismo y sustrayendo a cada uno de los Estados argentinos la potestad de implementar su propia política educativa sobre la base de su verdadera realidad cultural. 


Los problemas y vicios en la educación son de larga data. Hace años se repiten los conflictos entre docentes y gobiernos en el inicio de cada ciclo lectivo: edificios escolares con fallas en la construcción o ambientes inapropiados para la enseñanza y el aprendizaje, debido a la cantidad de alumnos que concurren a las aulas. Pero tampoco se puede obviar la desigualdad de la enseñanza entre las escuelas públicas y privadas, al igual de la que se da entre los que concurren a establecimientos escolares en el centro o la periferia de la ciudad.  


Como en cualquier aspecto de la vida humana, en educación no se pretende alcanzar la perfección, pero sí aspirar a condiciones más favorables para todos los integrantes de la comunidad, con acciones que articulen los diferentes niveles educativos y favorezcan al proceso de enseñanza-aprendizaje.


Pasaron décadas y seguramente muchos dirán a esa película ya la vi cuando se habla del sistema educativo en Catamarca. Los ministros de Educación, más allá de sus ideologías políticas, parecieron empeñarse en reiterar más los errores que los aciertos de sus antecesores. Y es por eso que no sorprende el bajo nivel de aprendizaje, en un importante porcentaje, de los alumnos cuando egresan del secundario, un momento de sus vidas en el que deben definir su futuro. Los cambios que experimentaron con el correr del tiempo no los favoreció y los que elijen seguir estudios superiores no siempre tienen en claro cuál es su verdadera vocación. La transformación para los adolescentes en todo este tiempo se dio más en las relaciones humanas entre sus pares, incorporando actividades sociales en el ámbito escolar que sacudieron la economía familiar (como las presentaciones de buzos de egresados y la fiesta de fin de año), pero que no contribuyeron a un mayor conocimiento académico. 


Por supuesto no se puede separar la crisis educativa de la social y económica que está sacudiendo al país desde hace décadas, y así es que, salvo en algunos cortos periodos, la inversión en educación no fue la necesaria para mejorar el aprendizaje. En Catamarca, el presupuesto  nunca favoreció al Ministerio de Educación. Los sueldos siempre fueron motivos de conflicto, lo que se tradujo en una pulseada permanente y por momentos tediosa entre los gremios y el gobierno.  Los paros en los comienzos de los ciclos lectivos marcaron la irregularidad y a las pérdidas de días de clases se sumaron los problemas de infraestructura, o de movilidad, entre otras cosas que llevaron a la suspensión de actividades.


Esto demuestra que en todos estos años nadie se hizo cargo de los problemas de la educación. El Estado culpa a los gremios y los padres tienen opiniones divididas, y en ese laberinto los alumnos se llevan la peor parte por cuanto los docentes pocas veces terminan de transmitir todo lo que planificaron para el año escolar.  


El riesgo de no educar es una constante a pesar de lo que establece la Ley Nacional de Educación desde hace más de una década: el Estado debe procurar “las condiciones materiales y culturales para que todos los alumnos logren los aprendizajes comunes de buena calidad, independientemente de su origen social, radicación geográfica, género o identidad cultural”. Pero esto tampoco se cumple. Y para los actores del sistema educativo sigue siendo más fácil ocultar que afrontar esta realidad. 
Desde el nivel Inicial hasta el Superior hay un estancamiento que, por el tiempo transcurrido, ya se puede diagnosticar de crónico. Se siguen postergando debates de cuestiones centrales de la educación provincial, hasta por caprichos ministeriales y de los gremios, priorizando los intereses sectoriales por encima de una mejor enseñanza, y también se descartan temas que los propios alumnos proponen. 


Sin embargo, entre los males de la educación catamarqueña también hay que anotar la falta de compromiso de la sociedad y sobre todo de los padres, que tienen el deber de exigir una mejor calidad educativa y no solo de preocuparse por dónde dejarán a sus hijos los días de paro porque la escuela no es, como mal se supone, una guardería infantil.

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