jueves 28 de marzo de 2024
Suplemento 30 años: En la galería de la memoria

Bernardo Romero, una leyenda

Por Redacción El Ancasti

Con la impronta de los que nacen con un talento especial, Bernardo Romero hizo historia en el periodismo local. Y fue en El Ancasti donde se lució en los últimos años de su vida, con todo el bagaje de su experiencia, conocimiento y riqueza intelectual.  


Hasta su desaparición física en 2014, fue el responsable del editorial del diario. Durante casi veinte años su pluma engalanó las páginas con la convicción de su formación y los valores que debe sostener el periodismo. Frontal pero con clase; de estilo punzante y preciso, que en ocasiones amenizaba con algo de humor, no le esquivó a los temas más urticantes de la realidad de la provincia.


Nacido en su Pomán añorado en 1938, Romero fue docente de raza y como profesor de Historia, Lengua y Literatura recorrió diversos ámbitos en las aulas de Catamarca hasta que emigró al sur del país.


De vuelta a su provincia natal, siguió con su vocación e incursionó en la política. Fue funcionario de Educación, miembro de organizaciones religiosas y acérrimo defensor de los valores cristianos.


Activo militante de la Democracia Cristiana, fue uno de los fundadores del Frente Cívico y Social, que estuvo 20 años en el poder en Catamarca desde 1991. 


Su otra vocación fue el periodismo. De la que se nutrió en sus primeros años en el viejo diario La Unión y la siguió en el sur hasta que la terminó de afianzar en su regreso a Catamarca, junto a su compañera de vida, María Elena Stazussi y sus dos hijas.


Cuando llegó a El Ancasti fue simplemente “El Profesor”. Humilde, tranquilo pero siempre atento a cuanto acontecimiento ocurriera. Su aporte fino y pleno de conocimiento marcó la línea editorial que el diario siempre impulsó. 


Lector incansable, escritor por vocación, ávido de nuevas narrativas, siempre generó admiración entre sus pares y enalteció la labor del periodismo local. En las largas conversaciones de preámbulo, mientras preparaba el editorial, comentaba sobre cine, música o deporte, con el mismo conocimiento como si se tratara de literatura.


Bernardo Romero se acomodó a los tiempos. No le esquivó a los cambios y ni a las crisis. Pero como el mandato del capitán que no abandona su barco, hubo una sola cosa a la que no renunció hasta el final: el editorial siempre lo escribió en una máquina de escribir a sesenta espacios.


Su ausencia física se compensa con el permanente recuerdo de sus tardes en la redacción del diario.

Su trato cortés, su bonhomía, su humor para encarar las horas más difíciles están vigentes en cada instante de nuestras vidas. En cambio, el vacío se siente en el gran espacio que dejó dentro del periodismo de Catamarca. Su marca, difícil de igualar, no es de estos tiempos. Pero su legado descansa en cada uno de los que sienten el periodismo como una auténtica vocación.

Seguí leyendo
LO QUE SE LEE AHORA
temporal de lluvia y viento causo danos en las termas de fiambala

Te Puede Interesar