La aparición de puestos de venta móviles en diversos sectores de la ciudad siguen en aumento, lo que habla a las claras de un recrudecimiento de la venta informal, que ocupa ilegalmente el espacio público y que transgrede no solo normas municipales también leyes impositivas, comerciales o sanitarias.
En cualquier plaza, calle o ruta, no solamente de la ciudad, también en sectores de Valle Viejo y Fray Mamerto Esquiú, se pueden observar puestos precarios donde se comercializa desde frutas y verduras, hasta choripanes, panchos y otros productos, cuyos emprendedores informales desarrollan su actividad apropiándose del espacio público, sin contar con habilitaciones, pagar impuestos o someter los alimentos a controles bromatológicos, y se resisten a cualquier tipo de control.
En los últimos meses uno de los rubros que más ha crecido en este tipo de ventas, es el de frutas y verduras, productos que se ofrecen en esos lugares a un precio inferior al que se puede conseguir en los supermercados y verdulerías. En la Avenida Virgen del Valle (Camino a la Gruta) por ejemplo, se instalaron varios de estos puestos, ocurre los mismo en la avenida presidente Castillo y las rutas provinciales 1 y 41. Pero lo más preocupante de esto es que la venta ambulante además de estar prohibida por ordenanzas municipales, termina afectando al espacio urbano y perjudica, en primer lugar, a los comerciantes regulares que pagan tasas, impuestos y alquileres, y también a los mismos vecinos y peatones, ya que en algunos casos “los vendedores” llegaron a edificar cuartos para almacenar sus productos, y levantaron habitaciones donde prácticamente viven, ocupando veredas o sectores destinados para algún espacio verde.
Los vendedores aclaran que es por la necesidad de trabajar y esta modalidad no hace más que reflejar la crisis que se vive y que, por consiguiente, buscan remediar ese problema desplegando alguna actividad informal, pero ésta es una cuestión que, las autoridades competentes deberían resolver para que no se tomen los espacios públicos o de otras personas, creando lugares destinados para tal fin como existen en otras ciudades habilitados para la venta informal -los llamados mercados de pulgas o ferias- , dotados de infraestructura acorde.