Un grupo de vecinos del asentamiento “La Dignidad” decidió ayer cambiar la metodología del reclamo que comenzaron hace 8 meses solicitando que el municipio les posibilite el financiamiento de terrenos en la zona norte de la ciudad. Ahora optaron por mostrar a la sociedad y a los concejales cómo viven, ya que quieren visibilizar sus necesidades.
De este modo, anunciaron que dejarán de lado las manifestaciones en el centro de la ciudad y frente a la municipalidad, que realizaron semanas atrás. Incluso este grupo de familias había realizado un acampe frente al Palacio Municipal esperando respuestas por parte de las autoridades y de los concejales para que aprueben el proyecto de compras de tierras que se encuentra en el CD desde principio de año.
“Queremos que el pueblo sepa cómo vivimos, que vean nuestras necesidades y que entiendan que no estamos pidiendo porque sí, y que lo hacemos porque realmente necesitamos un lugar donde estar con nuestros hijos”, comentó a El Ancasti Jazmín Soraire, una de las vecinas que pelea por el terreno.
Luego de la última sesión en el CD capitalino, y de reunirse con concejales que no les dieron fechas ni soluciones reales, los representantes de 150 familias que reclaman por terrenos, se reunieron ayer en la zona norte para delinear medidas a seguir.
El encuentro fue en la calle Padre Pascual Soprano, en la zona del Barrio Magisterio II, donde viven alrededor de 32 familias en terrenos usurpados y condiciones precarias (el resto vive en casas de familiares o alquila en otro sector). Además de cambiar la modalidad de manifestación, para lograr que la gente conozca su realidad, decidieron que a través de la página “Barrio La Dignidad” en la red social Facebook compartirán imágenes para que éstas lleguen a la gente.
Dentro de una diminuta casilla de paredes de nylon, una joven que vive junto a su marido y sus dos hijos pequeños, contó que permanentemente aparecen alacranes, víboras y que cuando llueve la casa se vuelve peligrosa, ya que los cables de luz están a la intemperie. “Por atrás de las casas, pasa un arroyo y hay animales muertos, está lleno de basura, es un lugar complicado para estar con los chicos, la gente no sabe por lo que pasamos”, relató emocionada.
Los hombres de las casas viven de changas o trabajos temporarios en la construcción, mientras que algunas de las mujeres cobran la Asignación Universal por Hijo y con eso subsisten. “Para tener el apoyo de la comunidad necesitamos que la gente sepa cómo vivimos, y lo mal que la pasamos. No queremos tener a la gente en contra y entendimos que no debemos perjudicarlos a ellos con las protestas. Tampoco queremos que nos regalen nada sino pagar por las tierras”, reiteraron. Así aguardarán que en los próximos días el proyecto finalmente se trate en el Concejo.