Hoy se va a reanudar el juicio oral por el crimen de Miguel Ángel “Puchi” Apaza, el hombre que fue asesinado en el marco de un feroz ajuste de cuentas por el robo de una motocicleta. El caso es emblemático dentro del historial de casos policiales de la provincia ya que expuso el accionar de bandas criminales que actúan según sus propios códigos.
A Apaza lo acribillaron. Desde dos pistolas le dispararon once veces. Cuatro balazos dieron en su humanidad y provocaron su muerte la madrugada del 7 de octubre del 2015.
¿Pero cómo fueron las horas previas al funesto desenlace?
Es lo que trata de desentrañar el fiscal Alejandro Dalla Lasta en el marco del juicio que comenzó el 18 de octubre en la Cámara de Sentencia en lo Criminal N° 1. Los testimonios, por temor y/o por el tiempo transcurrido no fueron precisos en torno a cómo se precipitaron los hechos que terminaron con la muerte de Apaza.
Sí se sabe que un día antes del asesinato manos no identificadas se apoderaron de una motocicleta que era de la hija de Angélica “Kity” Gordillo, cuyo hermano José Daniel Gordillo había sido condenado en el 2010 a 14 años de prisión por dos robos a punta de pistola. Según la pesquisa, José junto a su hermano Javier -quien tiene una condena previa por un hecho violento cometido cuando era menor de edad– salieron a buscar la moto y a los autores del robo.
En el juicio se ventiló a medias el circuito de ese submundo criminal. La pista los condujo al taller mecánico de Heber Santos, quien los contactó con la familia Apaza ya que éstos tendrían la moto robada. Los entretelones de las negociaciones son una incógnita, sobre todo por el silencio de los ahora acusados quienes a regañadientes aportaron datos de lo sucedido.
Según la reconstrucción de los hechos, los hermanos Gordillo a bordo de una moto, junto a Ramón Soria –pareja de Kity– y Cristian Gausto, éstos en otra moto, atravesaron la ciudad para llegar hasta la avenida Choya en donde buscaban desesperadamente y armados a Apaza y la moto. Cristian Espinoza, otro de los imputados, fue “visitado” por los Gordillo y confesó que “entregó” a Apaza y nunca llamó para avisarle. Lo que pasó después es conocido. “Puchi” Apaza fue emboscado cuando manejaba su auto y fue ultimado bajo una lluvia de balazos.
Los principales sospechosos del crimen son los hermanos Gordillo, Soria y Gausto a quienes les endilgaron una acusación que, de ser encontrados culpables, les cabría la prisión perpetua: “homicidio doblemente calificado por el concurso premeditado de dos o más personas y alevosía”.
En las cuatro audiencias que transcurrieron el único acusado al que mencionaron fue a Javier Gordillo, quien fue reconocido por testigos como uno de los que manejaba la moto mientras escapaban luego de darle muerte a Apaza. Los testimonios coincidieron en afirmar que a los otros tres no pudieron identificarlos porque tenían el casco colocado. No obstante, existen otras pruebas periciales que los comprometen.
En ese sentido, serán claves las próximas semanas ya que se escucharán los últimos testigos y posteriormente se expondrán los alegatos y el veredicto.
Ocho años transcurrieron desde ese ajuste de cuentas mortal. En ese lapso la familia Apaza –ahora atravesada por el crimen de su sobrino Diego Pinto– ha estado peregrinando por los pasillos judiciales esperando que el juicio se concrete y ahora esperan una condena ejemplificadora.