Días pasados, los medios de comunicación locales informaron ampliamente sobre un supuesto daño ambiental producido en esa importante y única en el mundo -por sus características- Área Protegida de nuestra Puna.
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Días pasados, los medios de comunicación locales informaron ampliamente sobre un supuesto daño ambiental producido en esa importante y única en el mundo -por sus características- Área Protegida de nuestra Puna.
Hasta allí, todos pensamos que se trataba de una nueva vandalización producida por la incuria de inescrupulosos "turistas" que llegan a la Puna.
Luego hacían mención a que intervino la Policía provincial, la Fiscalía de Belén y la Secretaría de Ambiente; que fueron detenidos, retenidos sus vehículos y teléfonos celulares. Se trataba de catamarcanos y lo peor de todo... que eran hombres y mujeres de la Agrupación de Montaña "Calchaquí".
Realmente una grave situación, toda vez que esta señera institución deportiva de Catamarca -fundada en 1955- tuvo una actividad importante e impecable en nuestra Puna durante casi 70 años.
Sin embargo, aparentemente, la verdad pasa por otro lado.
Esta noticia, echada a rodar desde el oeste provincial, oculta otra realidad y habría sido divulgada con otros fines no tan nobles como es la protección de nuestro patrimonio natural.
En varias notas publicadas por El Ancasti, resalté el descontrol imperante en la puna catamarcana -desde hace muchos años-, especialmente en lo relativo a la administración, cuidado y preservación de nuestro patrimonio.
Áreas gubernamentales como Secretaría de Ambiente, Turismo, Cultura, Policía, Municipio, etc., nunca tomaron las riendas para preservar la zona de manera real, práctica, efectiva y sostenida en el tiempo. Mucho menos, pretender que actúen de forma coordinada y sistemática.
Ahora bien, esta responsabilidad indelegable del Estado requiere no sólo la voluntad y el compromiso de los funcionarios responsables, sino también la disposición de recursos -económicos, humanos, tecnológicos, de logística, etc.-. Algo que merece un párrafo especial es el dictar leyes, decretos y reglamentos que no sólo posibiliten llevar a cabo una efectiva acción, sino que también obliguen a los funcionarios a ejecutarlas.
Volviendo a la génesis de esta nota, todo indicaría que se trata de un fenómeno común en situaciones como éstas. La ausencia, inacción y falta de presencia -real y efectiva- en las zonas donde ya se sabe que, por su valor natural, geológico, cultural y turístico, son muy visitadas por turistas, permiten que otros actores tomen preponderancia en estas ocasiones, se arroguen roles, funciones y decisiones ajenas a ellos.
Mirando el portal de la Agrupación de Montaña Calchaquí vemos que, en febrero pasado, estaba prevista la actividad: Trekking a Antofagasta de la Sierra. Las evidencias nos llevan a pensar que efectivamente se llevó a cabo con la participación de unas 26 personas, algunas de ellas, integrantes de su Comisión Directiva.
El trekking era en el Área Protegida "Campo de Piedra Pómez" a la que llegaron en varios vehículos, la mayoría automóviles de uso común, los que fueron estacionados antes del ingreso al área, desde donde iniciaron la caminata.
Todo indicaría que quienes ofician de "guías de turismo" en la localidad de El Peñón -próxima al Campo y que cuentan con vehículos todo terreno- y venden sus servicios de guía y traslado, se anoticiaron del ingreso del numeroso grupo, fueron a constatar y efectivamente iban caminando a veces por la huella y a veces haciendo "cortadas", sin que -aparentemente- este accionar produzca daño alguno.
Es preciso aclarar que el ingreso al Área Protegida es libre e irrestricto, es decir no es condición sine qua non ingresar con guía o en un vehículo de éste.
Aparentemente al ver "el negocio que perdían", los denunciaron al destacamento policial de El Peñón, desde donde varios policías partieron al lugar.
Al efectuar la constatación de visu y el requerimiento de información pertinente, la situación se habría complicado, lo que molestó al personal policial y pidieron refuerzos a la comisaría de la Villa de Antofagasta. La presencia de un/a abogado/a en el grupo, más el "chapeo" de algunos de pertenecer a la Agrupación de Montaña “Calchaquí” hicieron el resto. Los policías habrían informado a la Fiscalía de Belén, desde donde, sin tener in situ un conocimiento real de la situación y aleccionadas las autoridades por un "guía local", habrían ordenado que sean trasladados a El Peñón y la Villa para la averiguación de antecedentes y su posible vinculación sobre el hecho. Unos fueron liberados a las pocas horas, otros quedaron en la comisaría hasta el día siguiente.
Llaman la atención tres cosas:
- El silencio de la C.D. de la A.M.C.
- La derivación increíble de esta situación.
- Las "diligencias" llevadas a cabo por funcionarios y legisladores para tapar o silenciar este hecho.
Es preciso dejar salvada la reputación de los verdaderos y buenos guías de El Peñón y de la Villa, que los hay. Hoy por hoy, la actividad de guía de turismo en la zona de la Puna no solo es informal, sino que está sobrevaluada.
Ninguno está dentro de la normativa provincial ni nacional. Ese manto gris permite que personas sin los controles, regulación, formación y/o experiencia correspondiente, en sus momentos libres o no -muchas veces superponiéndose a otras actividades ajenas al turismo-, hacen de guías y transporte de turistas a distintos lugares de interés en la zona (Campo de Piedra Pómez, volcán Galán, etc.).
La distancia entre El Peñón y el Campo de Piedra Pómez es de unos 80 km y por una visita al lugar están cobrando entre $30.000 y $40.000. El lugar, la altura y el estado de la huella es otra historia.
Con buena voluntad y buenas intenciones no alcanza para proteger, cuidar, regular y recorrer tan grande e importante patrimonio. Los guardaparques deben contar con la autoridad y logística necesarias para cumplir sus obligaciones.
Es increíble que en los tiempos actuales el amiguismo y la complicidad puedan generar este tipo de situaciones.
El patrimonio natural, cultural, histórico, material e inmaterial, que debería ser una cuestión de Estado, sigue a la deriva.