miércoles 20 de marzo de 2024
Editorial

Revictimización en la pantalla

Hay mujeres que son víctimas de abuso y que, luego del hecho, lo son muchas veces más. La revictimización es un fenómeno difícil de erradicar y se manifiesta habitualmente a través de publicaciones que divulgan detalles íntimos e innecesarios del hecho, o la identidad de la mujer, o incluso su fotografía.

Las publicaciones que provocan esa revictimización suelen pulular por las redes sociales, subidas por usuarios cuya responsabilidad social, o incluso, en algunos casos, penal, ante estos atropellos, es nula por la escasa regulación externas de estas plataformas.

Si es grave que se produzcan en redes sociales, mucho más lo es si se difunde a través de medios de comunicación que sí tienen obligaciones explícitas respecto del resguardo de la identidad de las personas víctimas de abuso sexual, salvo que sean las propias abusadas las que den a conocer el hecho con el propósito, por ejemplo, de que se haga justicia y se castigue al responsable. Un caso de estas características es el de Thelma Fardín. Y un caso muy claro de revictimización es el de la joven de 20 años violada en Palermo por varios sujetos hace más de una semana.

La mujer se vio en la necesidad de difundir una carta abierta en la que, si bien agradeció en un primer momento la visibilización del caso a través de los medios, lo que favorece que se haga justicia, también recordó que la protección de su identidad “no es un favor, sino un derecho”, y dijo que el tratamiento que se le dio a su caso en algunos medios de comunicación, sobre todo canales de televisión, fue “un espectáculo pochoclero que sólo alimenta el morbo”.

Cuestionó la difusión de su imagen sin filtros y manifestó que “el hecho de que sea trasmitido todos los días en todo momento es revictimizante y me genera mucho dolor”.

“¿Por qué seguimos consumiendo los mismos videos una y otra vez dando opiniones personales e incluso hablando de inconsistencias donde las fuentes son dudosas o no hay fundamentos? ¿Cómo se sentirá la víctima y su familia al ver un episodio traumático y doloroso de su vida expuesto una y otra vez como un trailer de un policial? Si estamos del lado de la damnificada, ¿Por qué permitimos que se filtren su identidad? Nombre, rostro, fisiología…”, se pregunta en otro tramo del escrito.

El hecho reactualizó un discusión que se da de tanto en tanto y que pone la lupa en la responsabilidad social de los medios. Pese a que se ha avanzado bastante en los últimos años en lo referido a la protección de las víctimas, algunos medios de comunicación se deben, y le deben a la sociedad, una autocrítica. El Ancasti es respetuoso de los protocolos que rigen en este tipo de situaciones, y por esa razón promueve un debate que resulta indispensable para tratar hechos informativos delicados, evitando caer en sensacionalismo, tratamientos que despierten morbo y, sobre todo, la revictimización permanente de las mujeres abusadas.

Seguí leyendo

Te Puede Interesar