lunes 2 de diciembre de 2024
Editorial

Perejiles

El uso de la palabra "perejil" para mencionar a las personas que son encarceladas o perseguidas...

El uso de la palabra “perejil” para mencionar a las personas que son encarceladas o perseguidas judicialmente sin tener vinculación con el delito que se investiga está muy extendido y habla muy mal del Poder Judicial. Por lo general, esa persecución a inocentes es intencional: se realiza para desviar la atención del tema, para intentar avanzar o cerrar causas sobre las cuales no hay pistas, o para exculpar a los verdaderos autores del delito. Otra característica inherente a los perejiles es que son en su gran mayoría personas humildes, sin contacto alguno con el poder, lo que los hace más vulnerables a la persecución injusta a la que son sometidos.

Actualmente se desarrolla un juicio oral y público sobre un caso que, según aseguran muchos, tuvo como perejil durante mucho tiempo a Marcos Bazán. La causa es el de la violación y femicidio de Anahí Benítez, ocurridos en 2017 en el partido bonaerense de Lomas de Zamora. Bazán es un joven humilde que vivía en la reserva donde fue hallado el cuerpo de Anahí.

El caso había generado una lógica conmoción en la opinión pública. Había urgencia, tanto para la Justicia como para el gobierno de la provincia de Buenos Aires, entonces conducido por María Eugenia Vidal, de esclarecerlo. En vez de realizar una pesquisa policial y judicial eficiente, prolija y profesional, los investigadores, se supo después, salieron a “conseguir” un culpable. El primer “sospechoso” fue un profesor de la víctima, pero la hipótesis se cayó pronto por la ausencia de pruebas.

Luego arremetieron contra Bazán, que fue condenado en un primer juicio, luego anulado por graves deficiencias detectadas en la investigación. Para culparlo, según trascendió, un perito indujo a su perro rastreador para que marcara el lugar donde Bazán vivía. Esta presunta manipulación fue revelada en el juicio que se lleva a cabo en estos días y que tiene sentado en el banquillo de los acusados a Bazán y a Marcelo Villalba, sobre el cual sí pesan pruebas irrefutables. Un policía que participó del allanamiento en el que se detuvo a Bazán declaró la semana pasada que “desde la gobernación llegó la orden de detener a alguien, porque había mucho ruido en los medios”. Y el candidato que eligieron, según esta hipótesis, fue Bazán.

Bazán estuvo cinco años preso, pero muchos no creen en su culpabilidad, al punto que es defendido por las organizaciones feministas. Fue excarcelado en octubre del año pasado, pero la Justicia lo envió, nuevamente, a juicio oral junto con Villalba. Sobre este último pesan, a diferencia de Bazán, pruebas irrefutables: encontraron su ADN en el cuerpo de Anahí. La defensa de Bazán está coordinada por la organización Innocence Project (IP), que tiene como misión asistir a personas presas por un delito que no cometieron.

La Justicia, en definitiva, deberá dar un nuevo veredicto. Se sabrá entonces si en esta historia hubo o no un perejil. Pero al margen del resultado de este segundo juicio, lo que se requiere es una policía y una Justicia verdaderamente imparciales y profesionales a la hora de investigar, impermeables a las presiones del poder político y económico. Una policía y una Justicia que dejen de llenar las cárceles de perejiles.

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