“Pido perdón y que la Justicia me dé otra oportunidad”, expresó desde el banquillo de los acusados un hombre imputado por “abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo”. Durante cuatro años ultrajó a su propia hija. Ayer, en la Cámara de Sentencia en lo Criminal de Tercera Nominación, confesó y pidió perdón.
El Tribunal estuvo integrado por los jueces Marcelo Soria, Patricia Olmi y Jorge Palacios. El Ministerio Público Fiscal estuvo representado por el fiscal Miguel Mauvecín. El acusado fue asistido por el flamante defensor Penal Oficial de Primera Nominación Daniel Carrizo.
En principio, el debate estaba previsto para el miércoles último. El acusado, hasta entonces, se encontraba en libertad. Sin embargo, no se presentó a la audiencia. Ante la incomparecencia, el fiscal de Cámara solicitó la inmediata detención y traslado por la fuerza pública. Por su parte, la defensa había solicitado corroborar la causa de la incomparecencia del acusado.
Finalmente, el acusado fue detenido y llevado a la sala de audiencias. Por tratarse de un delito contra la integridad sexual, el debate se desarrolló a puertas cerradas. De acuerdo con información a la que pudo acceder El Ancasti, el abuso sexual en la infancia (ASI) intrafamiliar se prolongó durante cuatro años, entre 2014 y 2018. Los ultrajes se habrían realizado en Belén.
Una vez abierto el debate, si bien el acusado decidió declarar, advirtió que solamente respondería las preguntas de su defensor. De esta manera, se hizo cargo de la imputación que pesaba en su contra y pidió perdón.
Ante la confesión, se desistió de los testigos. En tanto que, el fiscal de Cámara mantuvo la acusación en su contra. A la vez, pidió una pena de 11 años. Tras el alegato de las partes, el Tribunal dio a conocer el veredicto. Por unanimidad, el acusado fue hallado culpable y condenado a 11 años de prisión, de acuerdo con lo planteado por el Ministerio Público Fiscal.
Delito
El abuso sexual es una de las formas de violencia más aberrantes contra niños, niñas y adolescentes. Especialistas en esta temática advierten que la familia “puede ser un territorio favorable” para maltratar y abusar de chicos y chicas, quienes suelen ser silenciados por sus propios agresores, mediante distintas estrategias. El agresor sexual –quien en un gran porcentaje suele ser un hombre del círculo familiar o cercano de la víctima- se vale del miedo, la culpa y la manipulación. De esta manera, promueve la impunidad en estos actos de violencia. “Se trata de una órbita de violencia, de la familia como prisión”, se remarcó. A la vez, se advirtió que la vulnerabilidad en estos casos reside en el hecho de que chicos y chicas, por su inocencia, condición física o sexual no comprenden la criminalidad de los ultrajes, más aún cuando el agresor es padre o un familiar cercano. “Estos agresores se aprovechan del amor y la confianza”, explicaron.