La industria nacional enfrenta una tormenta perfecta. Mientras la inmensa mayoría de los países del mundo, incluidos los capitalistas centrales como Estados Unidos, asumen medidas proteccionistas que benefician a sus sectores productivos, el gobierno libertario de Argentina abre las importaciones generando un perjuicio formidable a los sectores productivos locales. Debe sumársele como factor negativo el atraso cambiario, que le restan competitividad tanto a las exportaciones industriales como a las agropecuarias, beneficiando a los sectores importadores.
El economista Daniel Novak sostiene al respecto que “la política cambiaria actual, orientada a consolidar el proceso de desinflación en pesos, en lugar de incentivar exportaciones para resolver la carencia de divisas, lo que hace es desincentivarlas grotescamente a través de un brutal proceso de inflación en dólares de los costos internos que no sólo volatilizan la rentabilidad empresarial, sino que la transforman en pérdida real que destruye el negocio de exportar”.
En el caso específico de la industria, salvo algunas ramas muy específicas, el mal momento que atraviesa se debe también a la caída del consumo como consecuencia de los salarios deprimidos. Es decir, enfrenta restricciones derivadas de las dificultades para exportar y el ingreso de productos importados en grandes cantidades, pero también para vender en el mercado interno.
Siempre que en la Argentina tuvo vigencia un modelo económico neoliberal –éste es el cuarto ciclo luego de los que rigieron durante la dictadura, la convertibilidad y el macrismo- los resultados para la industria fueron igual de desastrosos. De modo que lo que ocurre podía preverse aun antes de que comenzara la gestión presidencial de Javier Milei, que había explicitado los lineamientos generales de su política económica. Llama la atención, entonces, que tanto la Unión Industrial Argentina como la Unión Industrial de Catamarca, conducida por el empresario Carlos Muia, profesaran fe libertaria en el comienzo del actual gobierno nacional. Muia llegó a declarar en diciembre de 2023 que el 2024 iba a ser un año “espectacular” para la economía argentina.
La realidad se encargó de demoler aquellas infundadas expectativas. La producción industrial de Argentina el año pasado cayó un 9,4% respecto del año 2023, convirtiendo a nuestro país en el que más se contrajo en todo el mundo.
La caída de la industria es un problema económico grave para la Argentina, con fuertes implicancias sociales. Debe considerarse que este sector genera casi la quinta parte del empleo en el país. A modo de comparación, el sector agropecuario no llega ni a la décima parte.
La industria es sector clave para la recuperación productiva y económica sustentable de la Argentina. De modo que es imprescindible generar las condiciones para que producir vuelva a ser un negocio rentable y no una apuesta condenada al fracaso.