El pasado 27 de abril vivimos una de las lunas nuevas más poderosas del año: la Luna Nueva en Tauro. Aunque el evento fue puntual, su energía sigue viva, acompañándonos durante dos semanas para gestar y nutrir cambios duraderos en nuestras vidas.
Tauro, signo de tierra, nos conecta con la estabilidad, la materialización de deseos, los recursos, el amor propio y la conexión profunda con el cuerpo. Es una invitación a sembrar en tierra fértil, a construir desde el deseo más genuino y a confiar en los procesos que toman tiempo, pero que prometen cosechas abundantes.
Nos deja el eco de una decisión sagrada: plantar con intención. Nos recuerda que todo lo que elegimos sostener hoy -relaciones sanas, bienestar físico, estabilidad económica, vínculos sólidos- empieza a germinar silenciosamente, aunque todavía no podamos verlo.
Este es un tiempo para recordar que la manifestación no es un acto inmediato, sino un compromiso silencioso con la vida que deseamos crear. Tauro nos enseña a construir sin prisa, con la paciencia del agricultor que siembra sabiendo que la cosecha llegará.
La vida sólida y amorosa que soñamos no llega por azar: se planta con pequeños actos diarios de fe, constancia y amor propio.
Escribe una carta con fecha y hora describiendo en tiempo presente todo lo que has logrado: la estabilidad, la prosperidad, la paz interior. Léela en voz alta y guárdala como un compromiso con tu yo futuro.
"Yo soy la semilla que hoy planto con amor y sabiduría. Mi vida florece en el tiempo perfecto. Soy estabilidad, soy abundancia, soy amor propio en acción".
Esta Luna Nueva abrió un portal que no se repetirá. Aún estás a tiempo de elegir, de sembrar y de confiar. La tierra está lista. La semilla eres tú.
