Mientras el sereno Ramón Antonio Centeno (61) se recupera lentamente de las puñaladas sufridas en su lugar de trabajo, Facundo Ismael Contreras (18) y Daniela Ramírez (18) fueron indagados ayer por la fiscal Yésica Miranda, quien los imputó por "robo calificado por el uso de arma en grado de tentativa en concurso real, con homicidio criminis causa en grado de tentativa, en calidad de coautores".
La indagatoria comenzó aproximadamente a las 18:30 y se extendió hasta avanzada la noche.
Contreras llegó a la nueva sede de Fiscalía en compañía de su defensor Víctor García mientras que Ramírez lo hizo acompañada por la defensora Silvia Barrientos. En diálogo con El Ancasti, la abogada enfatizó que su defendida admitió que estuvo en el lugar del hecho y que hubo una brutal pelea en la que ella se defendió de Centeno.
Informó que la joven declaró durante aproximadamente hora y media y que dio detalles de lo sucedido el lunes a la madrugada en el predio del Club 9 de Julio. "Se hizo cargo de un hecho de defensa de un grave hecho de violencia de género al que era sometida por Centeno. Él decía que era curandero, la amenazaba y la tenía a su merced", remarcó Barrientos.
Según el relato de la joven, indicó que esa noche Centeno la citó a su lugar de trabajo "para curarla". En horas de la madrugada se produjo el incidente del que "ella huyó casi desnuda, lesionada porque parece que él le tiró una heladera encima".
Explicó que al asumir la defensa concurrió con la joven -que está alojada en la Comisaría de la Mujer-, a las dependencias del Cuerpo Interdisciplinario Forense (CIF), donde le realizaron "una inspección corporal en la que advirtieron que tenía múltiples excoriaciones en la espalda, en el cuello, cuchillazos en el cuerpo, hematomas, mordeduras en las piernas y hasta en los dedos de un pie y otras partes del cuerpo".
Dijo que ante la gravedad de las heridas "pedí a la fiscal que autorice su traslado al San Juan Bautista para que le realicen estudios complementarios más complejos porque tendría lesiones internas importantes que le limitan el movimiento y provocan dolor".
Indicó además que solicitó la inmediata intervención de especialistas en salud mental para que le brinden asistencia.
Hizo hincapié en que la joven desvinculó a Contreras del hecho de sangre, asegurando que "no tuvo nada que ver y tampoco fue al lugar del hecho".
Barrientos consideró que por los testimonios de la imputada, el sereno "tenía total control sobre ella, control físico, psicológico, total. Y ella le tenía temor. Él tenía posesión total hacia la joven y es lo que vamos a demostrar, que se defendió de un ataque salvaje".
Finalmente informó que "ella comentó que el cuidador ejercía la curandería y se ofrecía como sanador. Esa noche él la buscó para supuestamente curarla", y todo terminó de la peor manera.