lunes 20 de marzo de 2023

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a El Ancasti. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE
Audiencia oral

La defensa de Vuirli pidió la nulidad de la condena

El máximo tribunal deberá resolver si hace lugar al planteo que atacó la condena a 16 años contra Vuirli Saragusti.

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a El Ancasti. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE

Bruno Vuirli Saragusti fue condenado a la pena de 16 años de prisión el 4 de julio del año pasado. La defensa del condenado casó la sentencia tras conocer los fundamentos y se realizó la audiencia oral en el Salón San Martín de la Corte de Justicia.

Vuirli Saragusti había sido declarado culpable por los delitos de “abuso sexual simple”, “abuso sexual con acceso carnal”, “hurto”, “lesiones leves”, “daños”, “violación de domicilio”, “amenazas simples”, “lesiones leves calificadas por haber mediado relación de pareja”, “coacción” e "instigación al suicidio".

El suicidio de “Majo” Arias Gibert fue el que provocó la investigación que terminó con el juicio contra el sujeto.

La defensa efectuó críticas al fallo de la Cámara de Sentencia en lo Criminal de Segunda Nominación y consideró que el fallo estuvo atravesado por “la demagogia, la arbitrariedad y la artera violación a las garantías constitucionales del acusado. Se produjo un quiebre innegable a la razón suficiente presentando en cambio la peor cara de la íntima convicción en la apreciación y valoración de las pruebas. Llegando a mérito condenatorio incluso proposiciones fácticas que solo y únicamente se encuentran respaldadas por la sola denuncia en donde el tribunal hace jugar elementos ajenos a los fines de acreditar los hechos, como lo es la personalidad del imputado ingresando a la prohibición constitucional de derecho penal de autor por sobre del derecho penal del acto", señaló Rojas.

Fundamentos

En los fundamentos de la condena, los jueces Silvio Martoccia, Luis Raúl Guillamondegui y Rodrigo Morabito consideraron que Vuirli Saragusti fue “promovido por los rasgos de personalidad psicopática, cuando se sitúa en un lugar de señorío absoluto de la situación. El psicópata es un sujeto que se mueve con base a sus propias reglas, ‘su propio código’; el prójimo solo le importa si le es funcional a sus intereses y frente a los límites opuestos, redobla la apuesta”.

En detalle, Vuirli Saragusti aprovechó las facilidades derivadas del contexto de violencia de género por él promovido, ejerció violencia física y psicológica en contra de sus víctimas, “mediante distintos, reiterados, continuos y graves actos, algunos de ellos judicializados”. Así situó a su víctima en un profundo estado de vulnerabilidad emocional al extremo de concretar su “despersonalización”.

"El hecho y la autoría de Vuirli Saragusti se comprueban desde el creciente escenario de violencia de género promovido por el procesado, a partir de los rasgos de su personalidad psicopática y machista. Astutamente sabía sacar partido de las debilidades emocionales de su víctima, procurando, en este caso, gobernar su voluntad en miras de evitar el accionar de la Justicia y la persecución penal. El presente suceso no es más que una continuación del accionar físico y psicológicamente violento que el procesado venía desplegando desde hace tiempo en menoscabo de su expareja”, se explicó.

“La relación sentimental que ligó a Vuirli Saragusti con su víctima se desenvolvía en un contexto de intensa violencia y desde una asimetría de poder, donde el primero manipulaba y controlaba la vida de la segunda, la cual era vista como un mero objeto afín a sus intereses”, se señaló.

Su abogado defensor, Luciano Rojas, planteó la impugnación en relación con los hechos nominados primero, tercero, sexto, séptimo, noveno, décimo y décimo primero, como así también “la arbitraria decisión del Tribunal de ordenar de oficio la medida de coerción”. Para la defensa, “el Tribunal yerra en el análisis practicado de las probanzas introducidas al debate, dándole credibilidad incondicional a la prueba testimonial recepcionada, aun ante la evidente orfandad probatoria que surge de manera indiscutible de la propia audiencia de debate”.

Seguí leyendo

Te Puede Interesar