Hace algunos días, el ministro de Ciencia y Tecnología de Nación, Daniel Filmus, presentó un informe titulado “El impacto de la federalización de la ciencia en el Norte Grande Argentino: Una estrategia para el desarrollo integrado”. En el trabajo se remarca el achicamiento de la grieta de inversión existente desde la perspectiva territorial en la Argentina. Las estadísticas indican que en 2020, las diez provincias que integran la macro región NOA-NEA, entre ellas Catamarca, tenían una inversión en Ciencia y Tecnología que equivalía al 3 por ciento del total. El año pasado, alcanzó el 15 por ciento, lo que representa un incremento del 600%.
En un país federal en lo formal pero escasamente en la práctica, el redireccionamiento de fondos de este rubro para las regiones más postergadas históricamente constituye una buena noticia. Otro dato que no pasó inadvertido es cuáles son las tres provincias del Norte Grande más beneficiadas, que superan ampliamente el promedio del 600 por ciento mencionado: Catamarca, Chaco y Formosa, que vieron aumentar el presupuesto para ciencia y técnica en más del 1.000 por ciento.
Por otra parte, según lo estipulado en el presupuesto nacional para este año, las partidas para el área son de 500.000 millones de pesos, lo que representa el 0,34 por ciento del Producto Bruto Interno. Ese porcentaje cumple con la pautado por la Ley de de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, que rige desde 2021 y que contempla que el porcentaje se irá incrementando paulatinamente hasta alcanzar el 1 por ciento en el año 2032. El monto es muy superior al que correspondió, por ejemplo, a los dos últimos años del gobierno de Cambiemos: fue del 0,26 por ciento en 2018 y del 0,22 por ciento en 2019.
Los fondos destinados a la investigación científica suelen recortarse en épocas de crisis. Los ajustes presupuestarios que se realizan para disminuir el déficit fiscal suelen atacar esta área. Se trata de un error: la inversión en ciencia y tecnología es clave para sentar las bases estratégicas del desarrollo nacional. Escamotear partidas repercute en el mediano y largo plazo, lo mismo que sucede en otras áreas sensibles como educación o salud.
El sostenimiento en los últimos años del presupuesto para ciencia y tecnología ha sido la causa de algunos hitos conseguidos. El año pasado, por ejemplo, se completaron por primera vez los estudios clínicos de la fase 1 de una vacuna preventiva de enfermedades infecciosas (en este caso del Covid-19) y ya está garantizado el financiamiento para las fases 2 y 3. Además, se lograron avances sustanciales en tratamientos de enfermedades como el cáncer o la aterosclerosis. Se desarrolló en la Argentina una de las 500 computadoras más potentes del mundo y se creó la primera fábrica de batería de litio de Sudamérica.
Es, apenas, una síntesis de logros alcanzados merced al apoyo sostenido a la investigación científica. Habrá que esperar para saber si, en el actual contexto de crisis, y en el marco del acuerdo con el FMI para reducir el déficit fiscal, un ajuste de las cuentas públicas afecta los fondos presupuestados. Lo cual, como se dijo, tendrá efectos negativos más temprano que tarde.