miércoles 18 de septiembre de 2024
Cara y Cruz

Fue Ella

En el desesperado empeño por sustraer a Cristina Kirchner del escándalo detonado por la denuncia de Fabiola Yañez contra Alberto Fernández, el kirchnerismo reincide en la táctica de malversar banderas en función de sus objetivos facciosos.

Como desde el ala libertaria se pretende aprovechar la degradación enemiga para desacreditar las luchas y políticas de género, corresponde una aclaración: lo que está en cuestión no son las políticas de género, sino su hipócrita utilización como tapadera de miserias. Que es lo que hizo Fernández, involuntario paradigma de tal impostura, y es lo que intenta hacer el cristinismo, despojado ya de cualquier vestigio de pudor en tren de salvar a su jefa de una decadencia indecorosa.

Estas pretensiones se estrellan en el muro de un hecho incontrastable: fue Cristina Kirchner quien designó a Alberto Fernández candidato a Presidente. Ella es la responsable política de haber llevado a la máxima magistratura del país a un sujeto que no daba la talla y resulta inverosímil que tomara tamaña decisión sin conocer las características personales del beneficiado, mucho más si se tiene en cuenta que Fernández se había convertido en uno de sus más enconados críticos desde su exoneración como jefe de Gabinete.

Avezada y experimentada política, sabía quién era Fernández. Sabía, sobre todo porque era un enemigo, de sus debilidades.

La pregunta es si lo designó a pesar de esas flaquezas o debido a ellas, porque el trabajo cristinista de esmerilamiento sobre la autoridad de Fernández, que alcanzó picos de denigración perfectos en su perversidad, se inició a poco de que asumiera la Presidencia, en cuanto empezaron a caer los niveles de popularidad que el mandatario alcanzó en el inicio de la pandemia.

Los miembros cristinistas del gabinete, con el ministro del Interior “Wado” De Pedro a la cabeza, renunciaron tras la derrota en las primarias de 2019, atribuida íntegra a la incompetencia del presidente, que se sometió a la humillación.

Cristina lo chicaneaba en cada aparición pública. La denuncia de Yañez resignificó en las mentes más suspicaces la jocosa provocación que disparó en un acto realizado en Ensenada cuyo impacto político como “reentré” quedó opacado por la renuncia el mismo día de Martín Guzmán, dilecto blanco de los odios kirchneristas, al Ministerio de Economía.

“Cualquiera puede abrir mi celular. No sé si todos pueden decir lo mismo. Lo que está en mi celular puede ser visto y leído por todos y todas”, ironizó.

Fue el 2 de julio de 2022. Poco antes, usinas informativas marginales habían difundido supuesto chats calientes de Alberto, quien para mejorar había felicitado en una conferencia de prensa a la revista “Garganta Poderosa” rebautizándola “Garganta Profunda”.

Tras un fugaz paso de Silvina Batakis, asumió como ministro de Economía Sergio Massa para iniciar la intervención kirchnerista de la administración Fernández. A partir de su designación como candidato de Unión por la Patria, Massa asumió de hecho las funciones presidenciales y Fernández quedó relegado a roles que no llegaban ni a ornamentales.

Fernández toleró sumiso su paulatina degradación a fantoche. ¿Por qué?

Las mujeres de La Cámpora emitieron ayer un comunicado para solidarizarse con Fabiola, que incluye a Cristina entre las víctimas de violencia machista del exmandatario. Meta nomás, total es más carne de perro que nunca y no va a pretender Fabiola erigirse en única estrella del momento. También Cristina fue ingenua víctima de tamaño depravado.

Arropado cínicamente en las luchas de género, el cristinismo postula a Fernández como chivo expiatorio exclusivo de las tropelías que cometió durante dos décadas, que arrastraron al país a la situación en que se encuentra y desembocaron en el estrafalario experimento de Javier Milei.

La aventurada narrativa desafía toda evidencia: la ideóloga y estratega de la catástrofe fue Ella.

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