La presencia adelantada de un grupo de diputados radicales acaudillados por Emiliano Yacobitti en la sesión que sancionó la reducción del impuesto a las ganancias hizo emerger las fisuras que atraviesan Juntos por el Cambio...
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La presencia adelantada de un grupo de diputados radicales acaudillados por Emiliano Yacobitti en la sesión que sancionó la reducción del impuesto a las ganancias hizo emerger las fisuras que atraviesan Juntos por el Cambio, que tienen sus expresiones más evidentes en la Ciudad de Buenos Aires, donde Jorge Macri, primo de Mauricio, del PRO, se impuso por el hocico en las PASO por la candidatura a Jefe de Gobierno sobre el senador Martín Lousteau. Yacobitti forma justamente en la línea radical de Lousteau, Evolución y se sentó en el recinto de sesiones antes que el resto de los legisladores de Juntos acompañado por las diputadas Danya Tavela, Gabriela Brouwer de Koning y Marcela Antola. Él lo niega, pero desde el PRO lo acusaron de facilitar el quórum para que el oficialismo pudiera tratar el proyecto impulsado por Sergio Massa.
Que el propio Mauricio Macri se haya referido al episodio es indicio de los alcances que tiene la interna. Hay que considerar que a Mauricio debe fastidiarle particularmente que Yacobitti y Lousteau se resistan a aceptar la rienda de su primo Jorge en CABA, que es la cuna y corazón del macrismo. Insubordinársele a Jorge equivale a desacatarse con Mauricio, como se habrá enterado Horacio Rodríguez Larreta.
De todas formas, fue llamativa la agresividad de la evaluación de Mauricio.
Desde Córdoba, distrito hospitalario con su figura, señaló que “el populismo es contagioso” y lamentó que algunos boinablancas estén afectados por la patología.
Este diagnóstico lo obligó a admitir que se había equivocado cuando en 2019, complicado en el plano electoral como Massa, también redujo Ganancias para tratar de repuntar. O sea: también cedió a la tentación populista, que al parecer resulta irresistible cuando es posible solventarla con dineros públicos o plata ajena, que es más o menos lo mismo.
Esos pecados de juventud han quedado afortunadamente atrás, pero Macri creyó necesario robustecer sus argumentos para convencer eventuales incrédulos, de modo que en otra entrevista, ya en Buenos Aires, rescató del olvido a un prócer radical olvidado.
“Hay que recuperar el lápiz rojo de Angeloz”, se despachó. Su visita a Córdoba, de donde era oriundo Angeloz, lo habrá inducido a este replanteamiento de la galería de próceres políticos, aunque como en 1989 el PRO no existía tuvo que echar mano al parnaso radical. Ni Leandro Alem, ni Hipólito Yrigoyen, ni Ricardo Balbín, ni Arturo Illia; tampoco Arturo Frondizi, desarrollista de origen radical. No se le ocurrió tampoco el “galerita” Marcelo Torcuato de Alvear, con quien podría tener incluso algunas afinidades ideológicas. Por razones obvias, ni consideró a Fernando de la Rúa.
Nada menos que Eduardo César Angeloz, que perdió la elección presidencial con Carlos Saúl Menem y de quien los radicales prefieren tener un recuerdo más bien brumoso.
Capaz que Macri no es muy versado en historia, pero es extraño que omitiera también a Raúl Ricardo Alfonsín, que es el recontraprócer de los radicales y goza de prestigio transversal por sus contribuciones a la consolidación de la democracia.
“Hablando de los radicales, hay que recuperar el lápiz rojo de Angeloz, que quedó en algún lugar de la historia y tachar lo que haya que tachar para que el presupuesto sea equilibrado”, reflexionó Macri.
No se sabe qué opinarán los radicales de esta propuesta tendiente a reconfigurarles las referencias partidarias y el pobre Angeloz está tan muerto como Alfonsín y el resto como para consultarlos. Pero es más o menos como si a los peronistas les propusieran en plena campaña recuperar la memoria de Ítalo Argentino Lúder. O a Massa que recuerde sus orígenes y empiece a celebrar los legados del ingeniero Álvaro Alsogaray, María Julia o Adelina Dalesio de Viola.