Si Ivana Ferreyra consigue asumir hoy, por fin, como concejala de Icaño, la conmemoración del 8M sumará en Catamarca un ingrediente singular. La mujer fue despojada del cargo en 2021, cuando Pío Carletta dejó la Intendencia para incorporarse al Senado en representación del departamento La Paz y el sillón de Intendente fue ocupado por su hijo, Franco, que presidía el Concejo Deliberante. Ferreyra debía suplantar a Franco en el cuerpo deliberativo, pero el clan Carletta alegó que, como tenía un cargo jerárquico en una escuela, no le correspondía, e hizo asumir en su lugar a Esteban Mayorga, el suplente, emparentado con ellos.
El año pasado, Ferreyra logró que la Corte de Justicia le orden al Concejo Deliberante de Icaño incorporarla, pero el cuerpo cerró y desacató el fallo. Hoy reabriría para recibir el informe de Franco Carletta y Ferreyra por fin asumiría.
A lo largo del año que anduvo detrás de la banca, la concejala contó con el respaldo transversal de sectores políticos vinculados a la lucha de género, pero no fueron suficientes para precipitar reproches más generalizados de los respectivos partidos a la irregular situación institucional icañense. La presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Guerrero, anticipó a principios de semana que promovería un nuevo pronunciamiento del cuerpo para apoyar a Ferreyra, lo que parece haber convencido a las autoridades de Icaño de allanarse al menos al mandato judicial, ya que no a los principios de la igualdad de género.
Se verá qué ocurre. Mientras, el caso sirve para constatar la distancia que hay todavía del dicho al hecho en lo que a perspectiva de género se refiere en el ámbito político. Las cómodas felicitaciones y celebraciones a la mujer en jornadas como la de ayer ceden frente a la conveniencia política.
El episodio protagonizado por Ivana Ferreyra, no obstante, está exento de elementos tan grotescos como los que adornan los procederes del intendente de Santa Rosa, Elpidio Guaraz, que anda esquivando un juicio por abuso sexual desde 2021 y continúa como si tal cosa en ejercicio del cargo a pesar de que, en declaraciones públicas, confesó que había iniciado una relación de pareja con la mujer que lo denuncia cuando ella tenía 16 años y él 52. Para el amor no hay edades, suele decirse, pero el asunto es que, al margen de los 36 años que lo separan de su víctima, ésta era claramente menor al momento de empezar el vínculo. .
La presión de feminista en la Legislatura no consiguió conmover al oficialismo para ir más allá de manifestar su preocupación.
Guaraz, más agresivo, encomendó a su hermana Esther la organización de la Liga Feminista del Este para defenderlo de los injustos mandobles de sus rivales y su resentida exnovia.
Esto de un movimiento feminista promovido por un reo de abuso debe ser inédito. Cual Eulalia Ares de Vildoza rediviva, Esther Guaraz llegó a advertir que se apersonaría con sus tropas en la mismísima Casa de Gobierno para exigir respaldo para su sufrido hermano, mientras apretaba becadas para que se alistaran en la exótica Liga, que siendo del Este podría incorporar otros referentes de la región caracterizados por su sensibilidad de género. Es raro que no se hayan pronunciado por el caso de Ivana Ferreyra, ya que Icaño está en Este. Capaz que se les pasó por la inexperiencia.
La deconstrucción de Guaraz alcanzó su cumbre con la inauguración en Santa Rosa de una Casa de la Mujer. El espacio de "asesoramiento, acompañamiento y contención" para mujeres en situación de urgencia se lanzó a mediados de febrero con la participación de integrantes de la Rama Femenina del PJ, y Guaraz le dio una manija bárbara por sus redes sociales y las de la comuna.
Se desconoce si la mujer que lo denunció por abuso concurrió ya a hacer algún planteo. Tampoco Ivana Ferreyra consideró la posibilidad de buscar en la institución apoyo para su lucha por la banca de Icaño. Mucho menos puede asegurarse que la Liga Feminista del Este acaudillada por Esther Guaraz esté hoy en el Concejo icañense para garantizar que el fallo de la Corte de Justicia se cumpla.