El abuso sexual en la infancia (ASI) es una de las formas de violencia más aberrantes contra niños, niñas y adolescentes. Es un delito que suele consumarse en la intimidad del hogar. Padres, padrastros, abuelos, tíos, primos como también vecinos, docentes o personas allegadas a las familia suelen ser los agresores.
Por ello, especialistas en esta temática advierten que es importante que una persona adulta esté emocionalmente disponible para darles ayuda y que actúe para protegerlos.
Al respecto, también se remarcó que la familia “puede ser un territorio favorable” para maltratar y abusar de chicos y chicas. Niños, niñas y adolescentes suelen ser silenciados por sus propios agresores mediante distintas estrategias.
El agresor sexual –quien en un gran porcentaje suele ser un hombre del círculo familiar o cercano de la víctima- se vale del miedo, la culpa y la manipulación. De esta manera, promueve la impunidad en estos actos de violencia. “Se trata de una órbita de violencia, de la familia como prisión”, se remarcó.
A la vez, se subrayó que la vulnerabilidad en estos casos reside en el hecho de que chicos y chicas, por su inocencia, condición física o sexual no comprenden la criminalidad de los ultrajes, más aún cuando el agresor es padre o un familiar cercano. “Estos agresores se aprovechan del amor y la confianza. Niños, niñas y adolescentes advierten que algo malo está sucediendo; suelen reprimir los recuerdos y tienden a normalizar o tolerar aquellos actos degradantes y tortuosos, quedando atrapados en un círculo de silencios y secretos familiares”, explicaron.
En este sentido, se destacó que muchos chicos y chicas víctimas de abuso sexual o violencia intrafamiliar no reaccionan porque han normalizado estos ultrajes. “Es un trauma que se acrecienta con el paso del tiempo; chicos y chicas se sienten cómplices, indefensos, humillados y temen ser estigmatizados. La impunidad está promovida por el silencio de las víctimas que callan porque su estado de vulnerabilidad es absoluto. El agresor cohíbe mediante el miedo y culpa, sumado al estado de indefensión que los invade. Normalmente, el silencio no suele estar dado por un único hecho sino por varios hechos y agravados”, detallaron.