Todos los seres humanos nos enojamos alguna vez y se trata de una emoción perfectamente normal. El problema surge cuando, en ese estado, queremos entablar un diálogo con otra persona. ¿Nos conviene hablar o callar, cuando sentimos ira?
Todos los seres humanos nos enojamos alguna vez y se trata de una emoción perfectamente normal. El problema surge cuando, en ese estado, queremos entablar un diálogo con otra persona. ¿Nos conviene hablar o callar, cuando sentimos ira?
Para comenzar, necesitamos entender que no es posible hablar sabiamente cuando estamos enojados. La ira es una emoción, mientras que las palabras entran en la categoría de “racionales”. En consecuencia, es difícil expresar una idea racional con una emoción, sobre todo, cuando esta última está fuera de nuestro control. Razón y emoción rara vez conversan entre ellas.
¿Cómo gestionar entonces el enojo para que no nos impida comunicarnos?
Si estoy enojado, o quien tengo enfrente está enojado, lo ideal es evitar el conflicto a toda costa pero sin huir de la situación. ¿De qué manera? Por ejemplo, diciendo algo como: “Quizás tenés razón pero mejor lo hablamos más tarde u otro día”. Así se deja el conflicto en suspenso para resolverlo en otro momento con tranquilidad y sin emociones exaltadas. La vida es maravillosa como para perder tiempo en batallas equivocadas que no tienen botín. Enojarse a veces es necesario pero, cuando damos rienda suelta a la ira en el lugar y la ocasión incorrectos, estamos desperdiciando energía que podemos utilizar en otro lado.
Comparto algunas ideas a tener en cuenta cuando nos encontremos frente al enojo (propio o ajeno):
Nunca permitamos que otros escojan nuestras batallas. Una persona enojada que provoca a otra, en el fondo, la está invitando a “su” batalla. Ya sea que se trate de una discusión con alguien cercano o con un desconocido. Cuando uno cae en la trampa y reacciona agresiva o violentamente, empieza a pelear una batalla que no es propia.
Podemos convertir el enojo en fuerza para resolver conflictos. Una persona emocionalmente sana, cuando se enoja, no intenta destruir o ganarle al otro, sino que busca la manera de resolver el conflicto para que ambas partes puedan ganar. En la mayoría de las discusiones, es inútil pretender tener la razón a toda costa (aunque la tengamos) o mostrarse más fuerte. Los problemas deberían servirnos para unirnos entre los seres humanos, en lugar de dividirnos.
No es aconsejable resolver un conflicto en las redes sociales. Mucha gente que no se atrevería a agredir a alguien personalmente, sin embargo, lo hace en las redes sociales. La razón tal vez se encuentra en el anonimato y la idea de que el otro es invisible. Ni con personas que estimamos ni con desconocidos, nunca es bueno intentar resolver un conflicto por este medio, es decir, a la distancia. Para conectar con el otro a un nivel profundo, es fundamental verlo cara a cara y escuchar todos los mensajes que transmite, no solo con las palabras sino también con los gestos y todo el cuerpo.
Por muy enojados que estemos, la única batalla que debemos pelear es la de nuestra vida. Es decir, perseguir nuestros sueños y superarnos cada día a nosotros mismos. Dejemos de pelear entre nosotros y luchemos para crecer y avanzar en la vida, tanto individual como colectivamente. ¡No perdamos más tiempo!