Finalmente la criatura de 12 años, cuyo caso trascendió mediáticamente al conocerse que consumía sustancias estupefacientes desde que tenía 9 años, fue sacada de su seno familiar e institucionalizada. No obstante, su trágica realidad volvió a ser noticia tras conocerse que durante las vacaciones de invierno se le permitió estar con su madre nuevamente pero se escapó, volvió a la calle, consiguió pegamento y robó dos veces en un lapso de 4 horas.
"Santino” como fue bautizado por la prensa para resguardar su identidad, fue conocido hace tres años cuando la policía lo atrapó robando y drogado. La criatura, en ese momento fue llevada al hospital ya que su estado era deplorable, pero se escapó. Tras esto, comenzaron una serie de medidas tendientes a rehabilitar el chico que sólo mostraron las fallas del sistema tanto de salud como de contención social, que en aquel entonces recién empezaba a ponerse a tono con la nueva legislación en materia de niñez.
La terrible historia del niño no es extraña a la de otros chicos que deambulan diariamente por la calle. Sin embargo, su vida carente de afectos y su necesidad de evadirse del mundo inhalando pegamento para "soñar con juguetes y comida” a tan corta edad pudo ser reflejada y sorprendió y conmovió a la sociedad.
El niño, vivía con su madre y media docena de hermanitos en la zona sur. Creció sin un referente masculino, ya que su padre estaba preso por cometer delitos contra la propiedad. El amor de su madre, quien no pudo ponerle límites por tener que salir a buscar el sustento diario no fue suficiente. Y la incapacidad para contenerlo por su escasa educación y comprensión al verlo ya sumido en el mundo de las drogas fue el detonante para que la justicia de Menores debiera ordenar al Estado cumplir con su rol esencial de resguardar los derechos de la criatura.
El juez de menores Rodrigo Morabito, emitió una sentencia en septiembre del año pasado, en donde obligaba a las áreas responsables a tomar medidas "urgentes” para resguardar la vida de la criatura.
Nuevos pasos se siguieron entonces. Se habló con la familia, se la ayudó para que pudiera contener a niño de una manera en donde sus derechos no se vieran vulnerados, pero nada cambió. Santino, se seguía escapando y su deseo por poseer un mundo de niño consumía todo lo que podía. En marzo, la criatura volvió a delinquir. Esa situación habría sido la que obligó a Desarrollo Social a tomar "medidas extremas” y alejar a la criatura de su familia para insertarla en una institución.
Así se hizo. El niño, fue llevado al hogar Huaina Huasi. Según se pudo saber, ahí comenzó a concurrir a la escuela como todo niño de su edad y además a participar de talleres y actividades recreativas. No obstante, y porque la ley lo obliga, el lazo con su familia se siguió fomentando, por lo que hace una semana fue enviado con su madre para que pasé con ella las vacaciones escolares.
Volvió a hacer mella
Al parecer, la realidad que siempre lo espantó volvió a hacer mella en él.
El miércoles por la tarde, mientras vagaba por la calle con una lata de pagamento en su bolsillo, que nadie sabe de dónde sacó, robó un celular en la Terminal de Ómnibus y luego un oso de peluche blanco.
Fue atrapado por la policía. Desarrollo Social lo devolvió a su madre, pero a la noche recayó e intentó robarle a un vecino.
El corolario fue su regreso a la institución.
Según se supo ayer, Santino jugó al fútbol a la tarde con los demás niños.
Su tratamiento sigue. Pero nadie sabe qué pasará, ya que psíquicamente está desgastado por las drogas.