viernes 22 de marzo de 2024
EDITORIAL

Desequilibrios que generan pobreza

Por Redacción El Ancasti

El incremento sostenido de los precios de los alimentos por encima del nivel inflacionario general amenaza con sumergir a más personas por debajo de la línea de indigencia. Es que la canasta básica depende fundamentalmente del precio de los alimentos, y si el aumento que registra es por encima de los ingresos, más gente deberá ser considerada como parte de la población que padece la pobreza extrema.

En junio, es decir, la última medición del Instituto Nacional de Estadística y Censos, el costo de la canasta básica alimentaria (CBA) tuvo un aumento de 3,6% para una pareja con dos hijos, llegando a un monto estimado en $ 28.413,82. La inflación general, mientras tanto, llegó en el mismo período al 3,2%. En los últimos doce meses el precio de la CBA se incrementó un 57,6%, mientras que la inflación general se ubicó en el 50.2%.

Hay discrepancias entre los economistas respecto de cuál es la razón por la que en el último tiempo los alimentos suben más, en promedio, que el resto de los productos, y esas diferencias obedecen a que las perspectivas de análisis dependen de la formación y la ideología de los analistas. Sin embargo, hay razones objetivas que inciden claramente. Una de ellas es el precio internacional de los commodities, materia prima que se consume directamente o se utiliza para fabricar otros productos, que ha subido considerablemente, incluyendo por cierto a los alimentos, como por ejemplo granos o carne. Eso impacta también en los precios locales y hace que la canasta básica se dispare.

Otro factor es el de la suba de los combustibles, que fue muy notoria en los últimos meses del año pasado y comienzos del actual, luego de muchos meses en los que permanecieron con el precio congelado por una decisión del gobierno cuando empezó la pandemia. 

No falta, asimismo, el componente especulativo que impulsa los precios hacia arriba para maximizar la rentabilidad de algunos de los muchos sectores que componen la cadena de comercialización que va desde el productor hasta la góndola. 

El fenómeno del alza del precio de los alimentos es preocupante, pero no puede desacoplarse de, tal vez, el problema de fondo más importante de la economía en general, que es la inflación global, que se encuentra muy por encima del promedio de la inmensa mayoría de los países del mundo. Un problema que no han podido resolver ninguno de los gobiernos desde la recuperación de la democracia, a excepción del de Carlos Menem, pero a un costo altísimo y artificialmente, atado al dólar, programa que estalló por los aires en 2001.

La inflación estructural en Argentina es causada por la dependencia excesiva del dólar y por desequilibrios varios, entre los que se cuentan los del mercado monetario, que generan inevitablemente pobreza. Resolver este problema, sin que implique un proceso que derive en ajustes que perjudiquen a los sectores de mayor vulnerabilidad, es prioritario y básico para avanzar en otras transformaciones que tornen a la economía argentina más competitiva y capaz de propiciar una mayor equidad en la distribución de la riqueza y los ingresos.

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