Como una historia de nunca acabar, Catamarca sigue siendo, al igual que La Rioja, el último orejón del tarro en el servicio de vuelos de cabotaje. La empresa Aerolíneas Argentinas no tiene ninguna contemplación con los clientes de esta parte del país. Pareciera que los acomoda en su plan de vuelos recién cuando terminó con el resto de las jurisdicciones, sin consideración con las frecuencias, los horarios y el aeropuerto de destino y salida. Catamarqueños y riojanos deben pagar lamentablemente el costo de vivir en provincias pequeñas, residuales y, podría decirse, sin mayor ejercicio de pataleo de sus autoridades y representantes en el Congreso nacional.
El destrato crónico con el servicio aéreo se profundizó, quizás con motivos más razonables, a partir del inicio de la pandemia en 2020. Debido a las medidas de aislamiento de la población y la demora en instrumentar los protocolos para el transporte de pasajeros, cuando por fin se habilitaron los servicios destinos como Catamarca quedaron a la cola de las prioridades. Para viajar en avión desde Buenos Aires a esta provincia los pasajeros debían trasladarse al aeropuerto Ministro Pistarini de Ezeiza, a más de 30 kilómetros del centro porteño, lo que supone un costo adicional de $1.000 en taxi o remís y casi una hora de viaje. El horario de partida era las 5 de la mañana, pero como es obligatorio hacer el “check in” una hora antes, había que estar allí a las 3.30. Si alguien salía desde el centro entonces debía que calcular la hora de viaje hasta Ezeiza, es decir, a las 2.30. Todo un desafío dormir un par de horas antes.
La cuestión no mejoró para nada en los últimos meses. Ahora, tanto Catamarca como La Rioja disponen de solo dos vuelos semanales, los martes y sábados. Como informó este diario el jueves pasado, en el caso de Catamarca –que comparte el avión que va a La Rioja-, los martes el vuelo parte a las 20.55 y llega a Ezeiza a las 23.50, mientras que los sábados sale a las 22.35 y arriba también a las 23.50.
Quien haya viajado a Buenos Aires o a cualquier otro destino conoce lo complicado y peligroso que es moverse después de la medianoche, sobre todo si no tiene a nadie que lo espere en un aeropuerto alejado del centro o de cualquier otro lugar de CABA o Provincia de Buenos Aires. Mucho más aún si viaja con niños. Para los pasajeros de Catamarca, otra cosa es llegar al hogar después de la medianoche que a otro destino. Y a esto hay que agregarle los contratiempos que puede haber en el medio con los controles de rigor en esta etapa de aislamiento.
A diferencia de Catamarca y La Rioja, las otras provincias del Norte viven una realidad completamente distinta con el servicio de Aerolíneas Argentinas. Mientras aquí solo hay dos vuelos semanales, Santiago del Estero y Jujuy cuentan con cuatro. Ni hablar de Tucumán y Salta, que tienen vuelos todos los días y en horarios más cómodos. No solo eso: todos operan con el aeroparque Jorge Newbery, a pocos minutos del centro de la ciudad de Buenos Aires.
Si bien es lógico que las provincias más grandes tengan mayor cantidad de vuelos, porque mayor es la demanda, al menos se podrían fijar mejores horarios, o que se opere con Aeroparque y no con Ezeiza. En fin, algo que atenúe el trastorno de viajar por este medio.
Por otra parte, no es poco lo que paga un pasajero local. Un vuelo de ida y vuelta Catamarca-Buenos Aires cuesta $18.567, mientras que desde Santiago del Estero (con salida de Aeroparque) tiene un precio de $14.630, y, por cierto, con horarios más “normales”.
Los legisladores nacionales de Catamarca, diputados y senadores, que usan habitualmente los vuelos, podrían ocuparse de gestionar ante los directivos de Aerolíneas Argentinas –o mejor aún, en el Ministerio de Transporte de la Nación- un servicio más digno para sus comprovincianos y para quienes no lo son y deben viajar por otras razones. Ya lo hicieron en otras oportunidades y tuvieron buena respuesta de la empresa.
Porque todo indica que si el Gobierno o los legisladores no se mueven por estas cuestiones, desde esas oficinas metropolitanas seguirán postergando a los catamarqueños como hicieron siempre.