La condena a Juan Carlos Bustos del pasado miércoles fue la tercera por grooming en la provincia de Catamarca. La tipificación de este delito, vinculado a las nuevas tecnologías, es relativamente nueva. Fue incorporada al Código Penal argentino como artículo mediante ley nacional sancionada en noviembre de 2013. Y señala textualmente: “Será penado con prisión de seis (6) meses a cuatro (4) años el que, por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma”.
La letra de la ley es clara, pero como no siempre cuando se habla de grooming se tiene en cuenta el concepto con precisión, debe señalarse que lo que se pena en este caso es simplemente el contacto por vía electrónica con menores con el propósito de cometer un abuso sexual. Si el abuso se consuma, las penas son mucho más graves, como se comprenderá.
Un componente central del debate en torno a esta problemática es cómo alertar a las chicas y chicos respecto de esta modalidad, teniendo en cuenta que el victimario se oculta generalmente bajo identidades falsas, o miente respecto de la edad, para convencer a la víctima de mantener un encuentro.
Los niños suelen ser advertidos respecto del peligro que radica en hablar con mayores desconocidos en espacios públicos, pero en los espacios virtuales –redes sociales, servicios de mensajería, por ejemplo- a los que se accede fácilmente por el celular u otro dispositivo, ese riesgo no es detectado tan fácilmente, precisamente por el falseamiento de la identidad.
La solución no es impedir el acceso de los chicos a las tecnologías, sino acompañarlos y aconsejarlos en ese proceso. Y concientizarlos en lo que se refiere a las amenazas de grooming. Los padres solos, por cierto, no siempre tienen las herramientas para hacer ese acompañamiento. Para suplir esa falencia se acaba de lanzar el programa “Escuelas Seguras”, que consiste en una capacitación digital para identificar y combatir esta modalidad delictiva. El programa es impulsado por la ONG Faro Digital, la red social Facebook y el portal Educ.ar del Ministerio de Educación de la Nación.
El programa considera clave el rol de los docentes y de las escuelas. Propone, en consecuencia, que la Educación Sexual Integral (ESI) incluya a los entornos digitales y alerte sobre los peligros del grooming.
Respecto del rol de los padres, tienen la responsabilidad de crear lazos de confianza para acompañar a los chicos en la identificación de posibles amenazas y evitar que los contactos promovidos por los adultos se concreten.
Es importante que, en caso de que se identifique una amenaza concreta, se dé participación inmediata a la Policía y a la Justicia, que cuentan con personal capacitado especialmente para prevenir y castigar este tipo de maniobras. Intentar resolver por cuenta propia estos intentos, terminan casi siempre con la impunidad del perpetrador del grooming, al no poder probarse fehacientemente el delito.