jueves 28 de marzo de 2024
CARA Y CRUZ

La estampida asincrónica

Por Redacción El Ancasti

Catamarca enfrenta más un año después del primer brote la acechanza de lo más duro de la peste. Es una circunstancia crítica que el resto de los distritos del país atravesó el año pasado, con derivaciones letales que explican la preocupación del Gobierno por refrenar la escalada de contagios y, en alguna medida, el modo en que se toman y difunden las disposiciones restrictivas oficiales, tan caótico que confunde a las mismos encargados de hacerlas cumplir y abre espacio a algunos abusos. 
Se trata de una situación inédita para los catamarqueños, que no padecieron hasta ahora tanto como los habitantes de otras regiones los rigores de la pandemia y el confinamiento. Constituye por lo tanto todo un desafío colectivo contener la curva de contagios para evitar que las disponibilidades materiales y humanas del sistema sanitario colapsen.

Algunas ventajas de lo asincrónico de la estampida local, como el aprendizaje que supone la experiencia que han tenido otras provincias y la existencia de las vacunas, tienen que conciliarse con desventajas objetivas: la ola provinciana amenaza con desmadrarse cuando auxilios económicos nacionales como el IFE y los ATP ya no existen y las demandas del Conurbano bonaerense absorben los recursos de la Casa Rosada en el año electoral. La Provincia debe arreglárselas prácticamente sola.
En tal contexto, cobra relieve el hecho de que las finanzas provinciales estén lo suficientemente equilibradas y en orden para asistir a los sectores de la actividad privada formales e informales que sentirán el golpe de las restricciones con más crudeza que la del año pasado.
El fondo de auxilio se había calculado en un principio en 300 millones de pesos, pero la multiplicación de las voces de resistencia al cierre obligó a triplicarlo. Serán mil millones para el salvataje mientras se desarrolla el programa de vacunación.
Se implementará un aporte de $15 mil para trabajadores registrados y no de las actividades afectadas por el cese de actividades: gastronómico, gimnasios y otros emprendimientos dedicados a las prácticas deportivas y el esparcimiento, escuelas de danza, etc.
Además, se subsidiará el consumo de energía durante dos meses, algo que no se hizo en ningún otro lugar del país. 
El horario de atención para los llamados “comercios de cercanía” se extendió hasta las 22.

Lo inquietante de la situación se constata menos por las afligidas advertencias del funcionariato que por el volumen del esfuerzo financiero y la exposición de un frente político abroquelado en defensa de las medidas. El gobernador Raúl Jalil las anunció acompañado por el intendente de la Capital, Gustavo Saadi.
La aceleración de los contagios fue meteórica en los últimos días. Menos de una semana antes de que se perforara el techo de los 300 casos diarios, el director del Hospital Monovalente Carlos Malbrán, Daniel Godoy, había establecido esa cifra como el límite crítico para estresar el sistema de salud pública.

La curva venía incrementándose paulatinamente, ralentizada, desde las vacaciones cuando, en sintonía con lo decidido por Nación por el agotamiento de la economía, los controles se relajaron. Sin embargo, se mantenía bajo control. La disparada en curso obedece, para el Gobierno, a los festejos por el 1 de mayo; también puede haber incidido la circulación durante Semana Santa.
Se verá si afloja. No está de más insistir en que las tribulaciones por los límites impuestos a la libertad ambulatoria remitirán si se asumen los hábitos profilácticos: barbijo, higiene frecuente, distanciamiento social. Prudencia, en definitiva, para no dar excusas a un Estado ultrapolicíaco.n

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