jueves 28 de marzo de 2024
Editorial

Para escapar del infierno

Por Redacción El Ancasti

Tarea excesivamente compleja es confeccionar un catálogo de causas por las que los adolescentes y  jóvenes incurren en el flagelo de las adicciones. Inciden desde cuestiones personales hasta condicionantes estructurales, vinculados a lo social, y en algunas situaciones se conjugan factores personales y sociales. 

Del mismo modo, no hay fórmulas mágicas o de sencilla aplicación para abordar con éxito esa problemática, para ayudarlos a escapar de ese infierno, para acompañarlos en el camino de la recuperación y la reinserción social. De todos modos, hay coincidencia generalizada respecto de que incluirlos en actividades recreativas, culturales, deportivas o productivas en las que ocupen su tiempo y su cabeza es una estrategia que suele ser eficaz. 

Una experiencia enriquecedora en ese sentido está llevando a cabo la comunidad wichí, que habita en regiones de las provincias de Salta, Formosa y Chaco, que está acostumbrada a lidiar con la adicción al alcohol, pero no tanto con el flagelo de la droga, un fenómeno relativamente nuevo en la cultura de los pueblos originarios. Una comunidad, además, que se caracteriza por resolver los problemas y conflictos que se le presentan en la vida cotidiana de manera pacífica y constructiva.

La llegada del paco y la costumbre de inhalar pegamento o nafta ha sido un cimbronazo para este pueblo que decidió enfrentar el problema con creatividad y recurriendo a su cultura y a sus costumbres. Y, como sucede habitualmente entre los pueblos originarios, casi sin la ayuda del Estado. 

La creación de espacios de reflexión y transmisión de la cultura ancestral, la creación de talleres culturales y hasta de una comparsa funcionan como herramientas para alejar a los chicos de las adicciones, lo que se complementa con retiros de reflexión para conectar a los chicos con la naturaleza y, de paso, alejarlos de los proveedores del paco. 

Gustavo Núñez, de la Asociación para la Promoción del la Cultura y el Desarrollo (APCD) de Las Lomitas, una de las ONG que trabaja con las comunidades indígenas de la provincia, reflexiona: “Se intenta la recuperación de la memoria histórica en un espacio donde los jóvenes se juntan con los mayores para hablar de la cultura, pero no solamente de la cultura telúrica sino como una cuestión dinámica. Generamos los espacios para que los mayores puedan transmitirles de alguna manera los valores culturales y que puedan ir haciendo juntos una síntesis para estos tiempos, distintos a los tiempos en que los mayores eran jóvenes”.

Experiencias de recuperación de valores culturales históricos y de inserción de chicos con problemas de adicciones en actividades de distinta índole como las que practican comunidades originarias, bien pueden reproducirse en otros grupos poblacionales. Pero ese esfuerzo, si no tiene el acompañamiento de un Estado presente puede frustrarse en el largo plazo. Es que lo que los jóvenes necesitan es, además de lo señalado, un horizonte de vida, que se construye con proyectos de desarrollo que incluyan a todos los sectores, sobre todo a los más vulnerables.

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