jueves 28 de marzo de 2024
EDITORIAL

No tan honorable

Por Redacción El Ancasti

El papelón del diputado Juan Ameri, que fue sorprendido besando uno de los pechos de su pareja en plena sesión virtual de la cámara, terminó de la manera más digna posible en medio del escándalo: con la renuncia del legislador apenas unas horas después de la erótica escena que pocos advirtieron en vivo, pero que terminó viendo, entre azorado, indignado y divertido, todo el país.

En los últimos meses, desde que la pandemia en curso potenció de manera formidable las herramientas tecnológicas de comunicación virtual, se han presenciado escenas insólitas, por descuido de los usuarios, sin que estos episodios pasaran de ser anécdotas antes risueñas que merecedoras del escarnio público.

¿Por qué entonces tanto escándalo con el episodio que protagonizó el no tan honorable diputado, al que por otra parte debería creérsele que suponía que no estaba siendo visto? Algunos, que minimizan el episodio, suponen que detrás de la reacción masiva de repudio se esconde cierta moralina que alimenta prejuicios contra cualquier escena erótica pública. Tal vez sea cierto que haya un componente de este tenor en el rechazo categórico a la actitud del legislador. Pero en realidad, más allá de estos resabios conservadores, lo que debe señalarse como falta del diputado es su ausencia de responsabilidad institucional, pues no estaba en una reunión cualquiera donde se discuten temas de menor importancia, sino en una sesión formal de la cámara que integra, en la que se aprueban normas que inciden de manera directa en la vida de los ciudadanos que lo eligieron para que los represente.

De modo que si, como sostiene, creyó que se había cortado momentáneamente la conexión a internet, lo que debería haber hecho es esperar pacientemente que ésta se restableciera para seguir participando del debate, en una sesión en la que formalmente estaba presente, sin permitirse actos frívolos pertenecientes a su intimidad y bien distantes de su rol como legislador.

Los diputados de la Nación, como los senadores, ocupan lugares de privilegio en la sociedad, no solamente porque deciden temas de importancia institucional, sino además porque perciben remuneraciones por ese trabajo muy por encima de los ingresos promedios de los asalariados argentinos, y porque las horas que les dedican a sus labores parlamentarias son en general bastante escasas. Esas prerrogativas y la exigua productividad que los caracteriza los vuelve recurrentemente blanco de las críticas ciudadanas. En este contexto, lo que se les debe exigir a los legisladores es que tengan un comportamiento a la altura de la institución que integran como representantes del pueblo.

Para destacar, la reacción casi unánime de la dirigencia política que, sin corporativismo, condenó el hecho. También, que al parecer hay un salto de calidad en la representación salteña, pues el reemplazo de Ameri, que después se supo tenía denuncias previas por acoso sexual, es Alcira Figueroa, una prestigiosa antropóloga con sobrados antecedentes militantes y también académicos. Lo cual, finalmente, lleva a preguntarse cuáles fueron las prioridades al momento de conformarse la lista de candidatos que incluyó a ambos.

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