Al Gobierno le convendría determinar a qué obedece la pacífica actitud asumida por los empresarios del transporte ante la eventual creación de la empresa Transporte Urbano e Interurbano de Catamarca SAPEM, en la cual pasarían a ser socios del Estado. Podría deberse al alivio por el inmenso clavo que le transferirían al Gobierno de prosperar la iniciativa que promovió la directora de Transporte de la Provincia, Andrea Álvarez, materializada en un proyecto de ley por la diputada Mónica Zalazar.
La SAPEM de transporte tiene ya el aval de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), manifestada por los jefes de la organización sindical al ministro de Infraestructura y Obras Civiles Eduardo Niérderle. La envergadura de esta hazaña oficial es más bien módica. En la UTA están chochos de la vida con la perspectiva de incorporarse al régimen laboral de la administración pública y se relamen por las posibilidades que se les abrirán para posicionarse en las internas con los otros sindicatos, dado su mayor poder de fuego para el chantaje. Como no cualquiera tiene la facultad de paralizar el transporte de la provincia, los jerarcas de la rama sueñan con adquirir, cuando el Estado se asocie en la prestación del servicio, la estatura del camionero Hugo Moyano o el líder del SOEM Capital, Walter Arévalo, que supo sacarle el jugo a la posibilidad de parar la recolección de residuos, tomar a los vecinos capitalinos de rehenes y convertir San Fernando del Valle en un muladar.
Su patronal pasará a ser el Gobierno, sobre el cual, a diferencia de lo que ocurre con los empresarios, podrán presionar con los costos políticos de dejar sin servicio a los miles de usuarios del transporte público, estudiantes incluidos.
Para los empresarios, un sueño hecho realidad. Asociados con el Estado dejarán de renegar con cálculos de costos y beneficios y de perder tiempo en reclamar la liquidación de subsidios. Podrán delegar estos incordios en el Estado, que deberá hacerse cargo para evitar que la UTA se le venga al cogote junto a los usuarios y la erosión política consecuente. Hermosos escenarios para obtener provecho en tiempos preelectorales, sobre todo.