viernes 29 de marzo de 2024
EDITORIAL

Para terminar con las históricas asimetrías

Por Redacción El Ancasti

El mapa de la pandemia en Argentina permite visualizar con nitidez las asimetrías económicas vigentes. En promedio, más del 80 por ciento de los casos de coronavirus que a diario informa el Ministerio de Salud de la Nación se producen en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Como consecuencia directa de esta situación, es lógico que las restricciones derivadas de la cuarentena sean mayores en esa área, que, aunque represente una porción ínfima del territorio nacional, concentra casi un tercio de la población.

En el resto del país la vida cotidiana se va normalizando paulatinamente con las lógicas prevenciones del caso. Sin embargo, que el corazón demográfico –y de consumo- esté virtualmente paralizado, provoca un retraimiento que condiciona al funcionamiento de toda la economía.

Si el grueso de los casos de esta enfermedad se concentrara, por ejemplo, en una de las provincias del norte, Cuyo o sur del país, el impacto sería muy leve.

El indicador de movilidad de Google registra en las últimas semanas una reducción de movilidad del orden del 23 por ciento promedio en el interior del país, pero en el caso de la Ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos Aires la reducción es de casi el doble: 45 por ciento.

El núcleo productivo y de consumo de la Argentina se encuentra en las cercanías de la capital nacional y en tres provincias, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. El resto del país, sobre todo el Norte Grande (NOA y NEA) también tiene importantes potencialidades productivas, pero están subutilizadas por problemas derivados de la escasa infraestructura para el desarrollo, déficit que se prolonga en el tiempo y no se modifica, no importa el signo político del Gobierno nacional.

Los datos son contundentes: la región Centro posee el 78 por ciento del Producto Bruto Geográfico, mientras que la Región Norte apenas llega al 13 por ciento. La consecuencia lógica de este esquema productivo es que las provincias del norte dependen excesivamente de la coparticipación federal de impuestos para financiarse. Y en épocas de pandemia, con el consumo restringido en el Área Metropolitana de Buenos Aires, los fondos de distribución automática han disminuido notablemente, poniendo en grave riesgo las finanzas de aquellas jurisdicciones donde la recaudación impositiva propia es baja, como en el caso de Catamarca.
El sistema de coparticipación federal compensa parcialmente las asimetrías, pero los aportes por esa vía permiten apenas el financiamiento de los gastos corrientes. Lo que el norte argentino necesita, además, son inversiones en infraestructura para el desarrollo que estén garantizados en la Ley de Presupuesto.

Es decir, para terminar con las históricas asimetrías que han diseñado un país inequitativo, se requiere que los criterios de inversión pública con fondos nacionales sean reglamentados y no queden al arbitrio del Ejecutivo nacional o de las mayorías parlamentarias circunstanciales.

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