jueves 28 de marzo de 2024
Cara y Cruz

Anticipos de la cincha

La suspensión en la mayor parte del país del Ingreso Familiar Extraordinario de 10.000 pesos...

Por Redacción El Ancasti

La suspensión en la mayor parte del país del Ingreso Familiar Extraordinario de 10.000 pesos con que el Gobierno nacional auxilió a desocupados, trabajadores informales y monotributistas de las categorías más bajas, anticipa el rigor del escenario que alumbrará luego de la cuarentena. 

La economía ya venía muy escorada de antes, con recesión e inflación combinadas y una deuda pública asfixiante. El dispositivo de prevención sanitaria profundizó esa crisis y su desemboque, mientras se dilatan las tratativas para reestructurar los compromisos con los acreedores, se torna cada vez más complejo.

El pago del IFE se circunscribirá en julio al área metropolitana que conforman la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, la provincia del Chaco y algunas localidades que estén o hayan vuelto a la fase 1 de la cuarentena. 

En el caso de Catamarca, que conforme a los últimos datos del INDEC tiene un 37% de empleo informal, dejarán de percibirlo 103 mil personas en situación precaria. A su padecimiento hay que añadirle los más de mil millones de pesos que dejarán de volcarse en el comercio provincial, cifra para nada desdeñable en el contexto de parate generalizado.

Para mayor desazón, el ingreso universal para garantizar un “piso económico” está todavía muy verde. 

“Se está discutiendo, pero le falta mucho recorrido. Es que en un tiempo como el que vivimos, de tanta alteración en la vida diaria, es muy difícil fijar algunos temas muy puntuales, pero lo estamos evaluando", explicó la titular de ANSES, Fernanda Raverta. 

"Está claro que la pandemia puso sobre la mesa un nivel de desigualdad enorme en el país, ya que el IFE alcanza a 9 millones de argentinos que no tienen un ingreso formal. Esto quiere decir que vivimos en una Argentina muy desigual, profundizada por las políticas del Gobierno anterior", dijo la funcionaria.

Quedan en pie el programa de Aporte al Trabajo y la Producción (ATP) y los créditos a tasa cero para monotributistas del Banco Nación, que en Catamarca significaron desembolsos por 164  y 104 millones de pesos respectivamente.

Sin embargo el ATP, una contribución del Estado nacional al sector privado para ayudar al pago de salarios,  impacta sobre casi 9.000 trabajadores formales y 1.230 empresas. 

Este mes, según anunció la Casa Rosada, se mantendrá en el nivel de dos salarios mínimos ($33.750) solo para las zonas sin actividad. Para el resto, se reducirá a $16.875, un solo salario mínimo.

La derogación del IFE es un anticipo de la cincha que se viene, con el impacto de la pandemia concentrado  y sin recular en la CABA y el conurbano bonaerense, y sus gobernantes resistiéndose a aflojar la cuarentena por miedo a una disparada que fagocite sus sistemas sanitarios, con la demanda en ascenso típica del invierno.

El objetivo de “encender” la economía que el presidente Alberto Fernández se había planteado al iniciar su gestión fue dramáticamente desplazado por el coronavirus. La estrategia seleccionada para combatirlo salvó, no pueden caber dudas, miles de vidas, pero redujo la actividad económica a niveles que demandarán mayores esfuerzos.

Cuánto más pueden aguantar regiones como Catamarca con recaudación en caída libre y sin auxilios como el IFE, los ATP o los créditos a tasa cero. Gran incógnita y gran paradoja en el país macrocefálico: los catamarqueños siguen sin COVID-19, pero su destino está atado a la evolución de la peste en el Gran Buenos Aires, que parece infinita.

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