jueves 28 de marzo de 2024
CARA Y CRUZ

La estrella jalilista

Por Redacción El Ancasti

La fortuna es tan importante para el éxito del príncipe como la virtud, decía Maquiavelo. 
Al saber le llaman suerte, podría retrucar el gobernador Raúl Jalil, pero no implica desacreditarlo consignar el importante rol que la fortuna ha jugado en su carrera, que el infortunio ha malogrado promisorios y muy sensatos gobiernos en la misma medida que la derrota se precipita sobre los ineptos por muy suertudos que sean.
La frustración de la visita del presidente Alberto Fernández viene a ratificar la buena estrella del mandatario catamarqueño. 
Fernández estaba demorado en La Rioja cuando el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, confirmó que había sido diagnosticado con coronavirus. Había estado 48 horas antes con el ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, quien integraba la comitiva presidencial para el periplo La Rioja-Catamarca.

Vía Arroyo, el temible COVID-19 podría haber apestado al mismo Fernández y al gabinete. Alerta roja entonces, con aislamiento del reo sanitario Arroyo hasta que demuestre su inocencia y suspensión del capítulo catamarqueño de la gira por razones concurrentes de cautela epidemiológica y política: preservar a los catamarqueños del virus era tan importante como evitarle a Fernández el estigma de haber sido el responsable de romper el 0, sobre todo porque a Formosa se le cayó el invicto después de una visita suya. Supersticiosos sobran, y faltaría que le endilgaran el carácter de mufa si en el único distrito libre de coronavirus se aparecía un caso luego de su presencia. Pasaba de Capitán Beto a “Jettatore” sin escalas.

Suerte para Jalil que la Casa Rosada programara la primera parada en La Rioja. Es de imaginarse los costos políticos que iban a venírsele encima si el incidente Insaurralde-Arroyo reventaba mientras la comitiva presidencial estaba en Catamarca o cuando ya hubiera pasado. Si aparte se le aparecía el virus, no los remontaba ni con todos los convenios y promesas de inversión del mundo.
El a esta altura incontrastable tarro jalilista quedó también en evidencia con el hecho de que Fernández pegara la vuelta cuando ya se estaba tomando en La Rioja el mate del estribo. Mire si Insaurralde abría la trucha en plena conferencia de prensa catucha.
La cuestión es que salvados los catamarqueños, Gardel y todos los guitarristas, con el hilo en una pata. Y siga el tanteador en 0. 
En la saga de Jalil reluce su ascenso a la Gobernación, que se abre a partir de que Lucía Corpacci, en el apogeo de su gravitación, desiste de intentar un tercer mandato para el que estaba política y legalmente habilitada. Un hecho extraordinario, por cierto, pero en beneficio de Jalil, no todo es suerte en la vida, debe decirse que confió en la palabra de Corpacci en contra de toda la lógica de una actividad signada por el engaño y de las sugerencias de la mayor parte de sus colaboradores, que le aconsejaban marcar distancias y prepararse para una interna de hacha y tiza.

El afortunado gobernador no ha de ser seguramente tan miope como para ignorar que las rachas no son eternas y que a la suerte hay que ayudarla. Si la taba le cayó hasta ahora siempre del lado bueno, estará preparado para la eventualidad de que se le ponga culera.
Siguiendo a Maquiavelo, fortuna y virtud son factores complementarios. De acuerdo a las circunstancias, la falta de uno se compensa con el otro, de modo que la virtud se vuelve esencial en tiempos desfavorables.
En esa línea, de Florencia a la pampa, Martín Fierro: “No hay tiempo que no se acabe, ni tiento que no se corte”.

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