jueves 28 de marzo de 2024
Cara y Cruz

Absurdo derecho al sello

El corcoveo de los sindicatos resultó en un principio incomprensible para no iniciados...

Por Redacción El Ancasti

El corcoveo de los sindicatos resultó en un principio incomprensible para no iniciados, aunque la retórica empleada en el comunicado de prensa hacía presumir que un apocalíptico despojo se cernía sobre los trabajadores catamarqueños. 
David Cortez  (Satsaid), Juan Vergara (UTA), Luis Suárez (Gráficos), Franco Carabajal  (STVyARA), Walter González (Plásticos), Hugo Reynoso (Apetcra), Amado Montiel (SAL), Jorge Toledo (Aatrac), José Barrientos (UPSRA), Luis Rodríguez (Ceramista) y Gustavo Carrizo (Ajuca) alertaban sobre el veto por decreto-acuerdo de la ley 4562, que establece los “requisitos a observarse en los recibos de pago dentro de la jurisdicción provincial”. 
Sin profundizar en las características de estas misteriosas condiciones, hábiles en la elipsis, los suscriptores de la declaración avanzaban inmediatamente en apreciaciones como que el gobernador Raúl Jalil incursionaba “salvajemente y sin escrúpulo alguno” sobre los derechos laborales y utilizaba la peste como excusa para perpetrar tamaña “tropelía”.
Las expectativas generadas por los duros términos de la proclama se vieron frustradas cuando el  público, siempre ávido de polémicas, advirtió que la salvaje e inescrupulosa tropelía se reducía a eliminar el trámite burocrático de registrar, sellar y foliar recibos de sueldo en la Dirección de Inspección Laboral, procedimiento erradicado en todas las provincias del país por vetusto e inconducente.
La aflicción de los sindicalistas es comprensible, de todos modos. Como los gobiernos les destinan por lo general el enclave de la Dirección de Inspección Laboral, junto a la potestad de habilitar recibos de sueldo con el sellado pierden una herramienta para chantajear a empleadores del sector privado. Ya se sabe lo que le cuesta a esta gente desprenderse de sus gabelas y canonjías, de las que son bachilleres en sacar provecho por insignificantes que puedan parecer.

El comunicado es un exudado de caradurismo, pues el único efecto que el trámite del sellado tenía sobre la calidad de vida de los trabajadores era demorarles el acceso a los recibos. En nada afecta las facultades de la DIL para fiscalizar el cumplimiento de las condiciones laborales establecidas por ley.
Llama la atención que estos sindicatos tan preocupados por la regularidad laboral que dependería de sus prerrogativas de sellado jamás hayan dicho una sola palabra sobre el trabajo en negro que cunde en la administración pública vía becas y contratos.
No se privan de recriminarle al Gobierno, sin embargo, que “no, se avizora en los fundamentos ( del denostado decreto) una mínima preocupación por los beneficios y/o derechos que esta ley rechazada tenía para los trabajadores, quienes quedarán totalmente expuestos al trabajo en negro y a merced de sus respectivas patronales”.
Claro: mal podrían objetar a la patronal estatal negreadora sin pegarse el tiro en las patas, ya que ellos mismos son patronal en su condición de inquilinos vitalicios de la DIL, que es, ostensiblemente, un organismo del Gobierno y capaz que también tiene becarios y contratados. 
Dura es la vida cuando se trajina a ambos lados del mostrador.
La disposición gubernamental fue respaldada por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, la Unión Industrial, la Unión Comercial y la Asociación de Hoteles, Bares, Confiterías, Restaurantes y Afines. 
Todas estas entidades´, que venían reclamando por la derogación, coincidieron en señalar lo anacrónico del trámite y celebraron la finalización del inútil purgatorio burocrático.
El Consejo de Ciencias Económicas señaló que “hoy existen los recibos de sueldos digitales a nivel nacional. Más que pretender seguir alentando el sellado de recibos de sueldos, se debe exigir tener más información digital para que se pueda controlar de manera masiva todo”.
Es raro que los sindicalistas no hayan incluido entre sus adjetivaciones alguna propuesta por el estilo, aunque supusiera terminar con su derechos al sello. 

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