jueves 28 de marzo de 2024
EL MIRADOR POLÍTICO

La otra apuesta de Fernández

El legado de Mauricio Macri empujó al peronismo a los brazos del otrora denostado Fondo Monetario Internacional, cuya requisitoria de un esfuerzo a los acreedores privados para reacomodar los términos de la deuda argentina es el más importante de los logros que puede exhibir el presidente Alberto Fernández en sus dos meses y pico de mandato.

El organismo, financista del experimento Macri hasta las primarias, admitió públicamente que la deuda es impagable. Luz al final del túnel, aunque todavía falte transitar y coronar la renegociación concreta.

“El superávit primario que se necesitaría para reducir la deuda pública y las necesidades de financiamiento bruto a niveles consistentes, con un riesgo de refinanciamiento manejable y un crecimiento del producto potencial satisfactorio, no es económicamente ni políticamente factible", diagnosticó el Fondo tras examinar el escenario con el ministro de Economía, Martín Guzmán.

"Se requiere de una operación de deuda definitiva, que genere una contribución apreciable de los acreedores privados, para ayudar a restaurar la sostenibilidad de la deuda con una alta probabilidad. El personal del FMI hizo hincapié en la importancia de continuar un proceso colaborativo con los acreedores privados para maximizar su participación en la eventual operación de deuda", concluyó el comunicado.

No se puede sacar aceite de un ladrillo, en resumidas cuentas. Para generar los recursos que le permitan honrar sus compromisos, la Argentina debe poner su economía en marcha, y no podrá hacerlo con el lastre de los vencimientos calzados durante la era Macri. Es preciso oxigenarla.

El pronunciamiento del FMI no fue gratuito.

La administración Fernández se aplicó con esmero a evitar el default de los vencimientos inmediatos y cinchó el sistema previsional en los jubilados por encima de la mínima. Contribuyó a este propósito el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, kirchnerista, que pagó lo que tenía que pagar en tiempo.

El presidente se entrevistó con los principales líderes europeos en busca de respaldo político y lo obtuvo. Es improbable que la sintonía con el FMI haya alumbrado sin la aquiescencia de los Estados Unidos, otro denostado que echa una mano.

Con el FMI como garante, el ministerio de Economía enfrentará las arduas tratativas con los privados. La conclusión de este proceso despejará indicios sobre el potencial político de la gestión en curso.

El tranco dado en la senda de revertir la pésima reputación nacional es, sin embargo, importantísimo.

Tras fracasar con Macri, el FMI arropa a Fernández. Otra apuesta.

 

El frente político

El FMI consignó que el superávit primario necesario para revertir la crisis de endeudamiento no es posible en las condiciones dadas ni económica ni “políticamente”. He ahí el desafío que interpela al presidente Alberto Fernández: debe edificar las condiciones políticas para sostener su programa.

En tal sentido, fue interesante una definición del jefe de Estado en París, durante su gira europea. Ian Selecki, un muchacho que había trabajado para la administración Macri, le preguntó qué responsabilidades atribuía al peronismo en la situación argentina.

"El peronismo tuvo algunas culpas, pero muchas más tuvieron los que no son peronistas. Vinimos a resolver los problemas que dejaron. Somos expertos en eso”, respondió el Presidente.

Otro desafío interpela al presidente Alberto Fernández: edificar las condiciones políticas para sostener su programa.

"El mayor problema que tenemos –añadió- es el encierro en los dogmas. Macri gobernó con dogmas, pero haciendo lo contrario a lo que indicaban esos dogmas. Habría sido mejor manejar la realidad. En materia económica son muy nocivos los dogmas".

"Los conservadores no quieren que nada cambie. Los revolucionarios tiran todo por la ventana. Yo quiero cambiar la realidad con las reglas establecidas. Soy un reformista. No quiero tirar instituciones por la ventana", concluyó.

Si resuelve la crisis de endeudamiento, Fernández habrá puesto la clave de bóveda para poder desarrollar su gestión, pero de ahí tendrá por delante la construcción de un poder que le permita maniobrar con autonomía de esos dogmas a su entender tan inconvenientes.

Hasta el momento, la proximidad del abismo ha refrenado las disidencias internas del oficialismo. Hubo emergentes como el de la discusión  en torno a los presos por causas de corrupción, que el kirchnerismo define como “políticos” a contrapelo de lo que considera el Presidente, pero nada demasiado grave hasta ahora. No entorpecieron el vínculo con el FMI, por ejemplo.

Es una incógnita cómo evolucionarán esas discusiones si el descalabro económico y financiero remite.

¿Cómo se manejará Fernández frente a los dogmas ultrakirchneristas? ¿Podrá afianzarse lo suficiente como para neutralizarlos o balancearlos? ¿Desistirán los ultrakirchneristas de tales dogmas?

Hay que tener en cuenta que la grieta tiene otra orilla extrema, el ultramacrismo, que depende para su subsistencia de continuar estimulando la polarización.

La candidatura a Presidente de Alberto Fernández le permitió al peronismo sortear la trampa de la grieta. Fue una maniobra estratégica brillante de Cristina Kirchner. Consciente de que sola no podía ganar, se reservó el casillero de la vicepresidencia y logró la sinergia victoriosa: retener el electorado duro mientras su candidato navegaba y conquistaba los moderados.

Así cristalizó electoralmente el antimacrismo.

El combate contra la grieta es el insumo principal que tiene Fernández para fortalecer su autoridad si no quiere depender exclusivamente de la aquiescencia de Cristina. Tal vez la expresidenta no quiera esmerilar a su Presidente, pero en política nunca es prudente quedar atado a la buena voluntad de otro.

El combate contra la grieta es el insumo principal de Fernández para fortalecerse y no depender de la aquiescencia de Cristina.

Néstor Kirchner fue el candidato de Eduardo Duhalde contra Carlos Menem en 2003 y comenzó a cimentar su movimiento epónimo apenas se hizo con la Presidencia, precisamente para no anularse en la duhalde-dependencia.

Esto, al margen de las intenciones de Duhalde. Capaz que eran de lo más saludables, pero Néstor habrá pensado que a seguro se lo llevaron preso.

En la recuperación del crédito argentino, la solidez política del Presidente es factor central. Es de imaginarse las dificultades que podrían derivar de que los acreedores supongan que los acuerdos con el presidente Fernández están sujetos al veto.

Seguí leyendo
LO QUE SE LEE AHORA
la casta anses

Te Puede Interesar