jueves 28 de marzo de 2024
CARA Y CRUZ

A golpes de caja

Por Redacción El Ancasti

Informa la prensa nacional que el presidente Alberto Fernández evalúa suspender las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) “por pedido de los gobernadores”, quienes incluso firmarían una solicitada para oficializar ante la opinión pública tal solicitud. 

Es alentador para los preocupados por la llamada “calidad institucional” el cambio en la secuencia de los acontecimientos. 
La solicitada será en esta oportunidad previa no como ocurrió con el recorte a la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires, que los mandatarios avalaron a través de dos solicitadas publicadas recién después de que Fernández decidiera aplicarlo. 

En aquel entonces, dejaban escaso margen a pruritos dialoguistas las urgencias económicas del gobernador bonaerense Axel Kicillof, con el agua al cogote por la rebelión de sus policías, que reclamaban un aumento salarial, y el Presidente se vio obligado a proceder con el sablazo expeditivamente. Distinto es con esto de las PASO, que al no ser tan imperativo permite alardear de dialoguismos sin tanta angustia porque a alguien pueda ocurrírsele que a los inquilinos de la Casa Rosada los movilizan tendencias autoritarias. 

Que se lo bolsiquee al opositor Horacio Rodríguez Larreta para beneficiar al aliado Kicillof es mera casualidad. En cualquier caso, el incidente puede inscribirse en la lucha del postergado interior contra la opulenta Buenos Aires y los gobernadores quedan habilitados para imbuirse del espíritu de Facundo Quiroga, sin necesidad de levantar montoneras, al módico costo de unas solicitadas, pero sobre todo prudentes y sensatos ante lo que les podría ocurrirles si Fernández y sus socios ultrakirchneristas llegaran a considerar que las adhesiones se demoran más de lo conveniente.

No fueron muy trascendentes las insurrecciones del interior cuando se elevó la coparticipación a la CABA a 3,75 puntos en 2016, con el pretexto de que el distrito debía hacerse cargo de la Policía Federal que se le transfería. Tal tarascón corrió por cuenta de Mauricio Macri y debe haber gravitado en la gandhiana conducta de los caciques provinciales el detalle de que el sujeto fuera Presidente, como es ahora Fernández. La sumisión caracterizó también a la mayoría de las provincias cada vez que la administración Macri precisó sus votos. Es claro por qué: además de las concesiones coyunturales que obtenían en cada negociación, carecían de autonomía económica y financiera para retobarse. Cualquier desacato a la voluntad presidencial implicaba el riesgo de ser condenado a la intemperie y tan es así que el propio Macri, ya en el ingrato llano, repudió a los miembros de su equipo que, contemporizadores con la oposición peronista, gestionaron los canjes.

El romanticismo de los principios federales que se esgrimen para sostener la arremetida sobre el presupuesto porteño se diluye al advertir los motivos del voto de legisladores como los que responden al gobernador cordobés Juan Schiaretti. La recaudación propia de Córdoba se ha derrumbado, tal como la del resto de las provincias, su caja de jubilaciones tiene un déficit multimillonario y está renegociando vencimientos de deuda del orden de los 1.700 millones de dólares. 

Ha de convenirse que las chances de Schiaretti para hacerse el macho alfa se ven muy restringidas en semejante contexto. Sus cuatro diputados nacionales votaron a favor del sablazo a las arcas porteñas con las dos manos, y si no emplearon también las patas fue porque no hubiera sido elegante descalzarse en el recinto.

Este posicionamiento parlamentario podría acarrearle costos electorales a Schiaretti, que se enfiló en otras decisiones nacionales antipáticas para su votantes, pero ya se sabe: la necesidad tiene cara de hereje.

Que el despojado en este momento sea el porteño Rodríguez Larreta es un detalle secundario. El asunto es el afianzamiento de la discrecionalidad de la Casa Rosada en el manejo de recursos, lo que se traduce en su poder de disciplinar a golpes de caja. Ya se ha dicho: por muchas fotos y solicitadas que se difundan, el federalismo argentino es trucho.n

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