viernes 22 de marzo de 2024
Editorial

Consigna de campaña

En una reunión con representantes de la industria y el sindicalismo celebrada la semana pasada...

Por Redacción El Ancasti

En una reunión con representantes de la industria y el sindicalismo celebrada la semana pasada en Tucumán, el candidato a presidente por el Frente de Todos, Alberto Fernández, anticipó que en caso de resultar electo propondría un trato impositivo preferencial para las Pymes del NOA y el NEA respecto de las que tienen sede en la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires. 

Canto de sirenas para los empresarios norteños presentes, que no deberían, sin embargo, entusiasmarse demasiado. Al menos por ahora. Es práctica muy común entre los políticos en campaña decir, en cada ocasión, lo que los interlocutores quieren escuchar. Una vez en el Gobierno las palabras son una cosa y las medidas a tomar otra. Las palabras son gratis y los costos a pagar son mínimos. Las medidas afectan intereses y los costos son altos.

Respecto de promesas de campaña, los norteños aún no digieren el fiasco del Plan Belgrano, que, planteado durante la campaña de 2015 por el entonces candidato Mauricio Macri como el proyecto más ambicioso de la historia para el Norte Grande argentino, terminó siendo apenas un conjunto de programas y acciones de escaso impacto y reducido presupuesto. 

Aunque sus chances son muy grandes, Alberto Fernández sigue siendo candidato y no presidente electo. Y Macri aspira todavía a la reelección. En caso de que logre semejante hazaña, el actual mandatario deberá saber que en una eventual nueva gestión tendrá la responsabilidad de resarcir al norte argentino y a las pymes, región y sector económico castigados particularmente por las políticas cambiemistas. 

Las pequeñas y medianas empresas se han visto inmersas en estos años en una tormenta perfecta: como la gran mayoría de ellas produce para el mercado interno, sufrió por partida doble: la importación casi indiscriminada de productos que llegan al país con enormes ventajas competitivas, y la pérdida gradual y constante del poder adquisitivo de los asalariados. Pero además, padeció una presión fiscal asfixiante, que terminó de quebrar a miles de ellas.

Un estudio del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) ha detectado que entre los niveles de gobierno nacional, provincial y municipal existen por lo menos 163 impuestos y regímenes de seguridad social que alcanzan directa o indirectamente a las pymes.

La presión impositiva ha ido incrementándose con el paso de las décadas. Una forma muy práctica de medirla es determinar qué porcentaje del PBI es recaudado por el Estado en forma de impuestos. En los años 90, la presión impositiva era del 22% del PBI; en 2012 de 36 % y en la actualidad del 40%.

Si las pymes en general están con grandes dificultades, no ya para expandirse sino apenas para subsistir, con más razón en el Norte del país, donde la situación económica es más apremiante. De modo que, para revertir estas condiciones desventajosas, resulta imprescindible que la implementación de medidas promocionales no quede en una mera consigna de campaña como tantas veces ha sucedido.

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