jueves 28 de marzo de 2024
editorial

De nuevo la dolarización

Por Redacción El Ancasti

En tiempos de turbulencias financieras, cuando la angustia y la incertidumbre se apoderan de los argentinos por las secuelas negativas que esta inestabilidad produce en la economía real, resurgen las propuestas de dolarizar la economía. 
El domingo, el diario emblemático de las finanzas mundiales, el Wall Street Journal, publicó un editorial bajo el título “Un dólar para la Argentina”, en el que propone reemplazar el peso argentino por el dólar estadounidense como la mejor solución para resolver los desequilibrios de la economía argentina.

La propuesta implica un cambio tan drástico e introduce limitaciones tan evidentes en la autonomía económica del país que solo es posible que se debata su pertinencia en épocas como la presente, en las que muchos estarían dispuestos a resignar la soberanía monetaria a cambio de un poco de calma.

Resulta tentador pensar en una economía en la que no hay que preocuparse por las corridas cambiarias o por la inflación, sobre todo si lo hacemos en la actualidad, con niveles de incrementos de precios por arriba del 50 por ciento anual, o por devaluaciones bruscas que alteran todas las variables macro y microeconómicas. 

Una opción similar a la dolarización, aunque no tan drástica e irreversible, es atar el peso al dólar, como sucedió en la época de la convertibilidad, que tuvo vigencia en la Argentina durante una década. La impulsó el ministro de economía de entonces, Domingo Cavallo, y logró acabar con los espirales hiperinflacionarios que tuvieron a mal traer a Raúl Alfonsín en el último tramo de su gestión y a Carlos Menem, en los inicios de la suya. Pero la convertibilidad, al cabo de unos años, con inflación casi inexistente, provocó un alto endeudamiento externo, fuga de capitales, recesión, un incremento de la desocupación hasta llevarla por encima del 20 por ciento, la falta del circulante con la consecuente aparición de los bonos provinciales -e incluso las Lecop nacionales-, todo lo cual condujo a la gravísima crisis de diciembre de 2001.

La dolarización sería, según opinan la mayoría de los economistas, un alivio inmediato y un dolor de cabeza inmenso a largo plazo. La Argentina perdería la capacidad de tener una política monetaria, cambiaria y fiscal, lo cual llevaría a grandes riesgos de que la economía nacional tienda a perder competitividad. Además, salir del esquema de dolarización sería prácticamente imposible, como bien lo sabe Ecuador, que adoptó ese esquema en el año 2000, en un contexto de inestabilidad peor que el que vive hoy nuestro país. 

Coincide la mayoría de los analistas en que la dolarización es una buena opción ante una mala administración de la economía, pero mala alternativa si el programa que se implementa es responsable desde el punto de vista fiscal y con instrumentos eficaces para hacer crecer la economía de manera sustentable.
El debate, de todos modos, recién empieza.

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