El carácter coyuntural de las medidas adoptadas en los últimos días por el Gobierno nacional como respuesta al agudizamiento de la crisis, pero sobre todo a la derrota electoral que sufrió en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, confirma la ausencia de un proyecto estratégico de país. Algunos de los “alivios” anunciados tendrán efecto inmediato, pero como han sido emplazados, es decir, tienen fecha de vencimiento, en el largo plazo el impacto negativo se notará de todos modos, incluso con mayor crudeza. Es decir que, siguiendo el dicho popular, las medidas son pan para hoy, pero hambre para mañana.
Algunas de las medidas de las características mencionadas ya habían sido tomadas bastante antes de los comicios del domingo pasado, como por ejemplo el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos por varios meses. El miércoles, además, se anunció el congelamiento por 90 días del precio de los combustibles y el jueves que los tomadores de créditos UVA no sufrirán el aumento de las cuotas de sus préstamos por cuatro meses. También el Gobierno comunicó que, hasta diciembre, algunos alimentos de la canasta básica no tributarán IVA.
No hay que ser un analista demasiado perspicaz para advertir que las medidas no hacen otra cosa que contener la presión de incrementos que más temprano que tarde explotarán. Tanto las tarifas de los servicios públicos como los combustibles han sido explícitamente dolarizados por el Gobierno nacional, de modo que cuando culmine el plazo de congelamiento es alto el riesgo de que se disparen al valor de de la moneda norteamericana.
El aumento de los combustibles, cuando concluya el congelamiento a mediados de noviembre, incidirá en los precios de los productos de consumo masivo, tendiendo a una peligrosa espiralización de la inflación.
La actualización de las tarifas de los servicios públicos será también, para vastos sectores, muy difícil de afrontar. A los aumentos demorados desde mediados de año se le deberá adicionar los que serán consecuencia directa de la devaluación operada en los días posteriores a las primarias del 11 de agosto.
Respecto de los créditos UVA, que se actualizan en función de la inflación, sus beneficiarios advirtieron que aunque la cuota se mantenga fija hasta diciembre, el capital adeudado se seguirá acumulando, y analizaron que en enero, una vez que concluya el beneficio comunicado el jueves por el Gobierno, tendrán una deuda mucho mayor y las cuotas crecerán exponencialmente porque se actualizarán en función del índice inflacionario, que será en los próximos meses bastante mayor que los de mayo, junio y julio.
Las medidas paliativas tienen apenas un efecto acotado que, en el corto plazo, terminan causando un efecto tal vez peor que el evitado. Por eso lo que se necesitan son políticas a largo plazo que sean sustentables y otorguen previsibilidad. Pero está claro que esa tarea deberá esperar hasta diciembre.