jueves 28 de marzo de 2024
Editorial

Hábitos especulativos

Los argentinos nos hemos convertido en expertos en inflación, aunque esa sabiduría...

Por Redacción El Ancasti

Los argentinos nos hemos convertido en expertos en inflación, aunque esa sabiduría, lograda a través de décadas de lidiar contra el permanente aumento de los precios y la depreciación de nuestra moneda, no alcanza, según queda a la vista, para que los gobernantes adopten las medidas necesarias para ponerle fin. O al menos un freno razonable.

Las causas de la inflación son muchas y muy variadas. La realidad de los últimos años ha rebatido con argumentos irrefutables las teorías monetaristas que adjudican a la emisión monetaria la principal razón del aumento constante y generalizado de los precios de los bienes y servicios. De hecho, la emisión es bajísima desde hace casi un año, y la inflación anual no puede bajar del 50 por ciento. Y se calcula que a fin de año puede llegar al 60 por ciento.

Mauricio Macri, cuando era candidato a la presidencia, subestimó con argumentos tomados de economistas ortodoxos las causas de la inflación. Señaló que acabar con ella era una de las cosas más fáciles de hacer y prometió que no iba a ser un problema durante su presidencia. 

El alto componente importado de muchos bienes y la dolarización de las tarifas de los servicios públicos y los combustibles provoca, inevitablemente, que los procesos de fuerte devaluación como los que recurrentemente vive la Argentina, el último de ellos esta misma semana, impacte en el precio de los productos que se venden en el mercado local.

Ahora bien, no todos los productos tienen un impacto directo, en particular los que se producen en la Argentina, aunque siempre alguna incidencia existe en el movimiento ascendente de la cotización del dólar, pero nunca un traslado a precios automático. Sin embargo, el precio de estos bienes aumenta considerablemente ante cualquier devaluación. Hay, en estas remarcaciones de precios, un alto componente especulativo, que es promovido en algunos casos por los comerciantes minoristas, pero fundamentalmente por los mayoristas, que tienen un peso considerable como formadores de precios. 

La remarcación indiscriminada de precios “por las dudas” genera un espiral inflacionario muy difícil de parar. Los comerciantes que recurren a estos métodos en el afán de beneficios inmediatos, terminan perjudicándose a ellos mismos, porque el aumento sistemático y permanente de los precios conduce invariablemente a una caída del consumo.

Cambiar estos hábitos perniciosos es extremadamente difícil en la Argentina, donde la remarcación es parte de la cultura de los comerciantes, sobre todo en momentos de tensión e inestabilidad como los que transita el país. Pero así como los que tienen o tendrán responsabilidad de gobernar deben asumir el desafío de lograr niveles inflacionarios razonables, el resto de los actores de la economía, en particular los formadores de precios, tendrán que hacer también su contribución, no resignando ganancias, sino evitando tenerlas por comportamientos meramente especulativos.

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